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El organismo humano fabrica sus propias "drogas"

ENVIADO ESPECIAL, El organismo humano fabrica sus propias drogas sedantes, creadas por la naturaleza, que desempeñan un papel similar al del opio u otras drogas. Algunas de las investigaciones sobre las endorfinas presentadas en el II Congreso Mundial de Psiquiatría Biológica de Barcelona ofrecen quizás una «pista» sobre la que podría caminar la investigación bioquímica del futuro averiguando cómo y por qué unos individuos resisten mejor que otros el dolor o la frustración.Quizás una de las claves hacia la búsqueda de la síntesis de los aspectos físicos y los psicológicos del funcionamiento humano, y, por tanto, también de lo que denominamos «enfermedad» lo ofrezca en el futuro la investigación endocrina, una investigación que, como es sabido, le valió recientemente el Premio Nobel al doctor Shally, entre otros, por sus investigaciones sobre las hormonas hipotalámicas, sustancias que tendrían mucho que ver con la traducción de nuestro mundo emocional al lenguaje químico, y viceversa.

En el marco del simposio número 55, sobre sistemas endocrinos y psiquiatría, el norteamericano Mayfield y otros han presentado investigaciones sobre la importancia del conocimiento de nuestros mecanismos hormonales en medicina psicosomática. Las hormonas son esas sustancias claves que activan nuestras funciones, en un sentido activador o inhibidor. Nuestro comportamiento demasiado agresivo o demasiado inactivo, nuestra actividad sexual y las modalidades que ésta adopta, es decir, la base instintiva, según Freud: agresión y sexualidad de nuestra existencia se ven regulados por el comportamiento hormonal.

Aquí radica, pues, uno de los complejos enclaves del contacto entre nuestra actividad anímica, sentimental y el soporte bioquímico de la vida. ¿Qué es previo: el exceso o defecto de determinada hormona causante de un comportamiento social determinado o las circunstancias sociales, familiares, culturales, que, impulsando nuestra vida en uno u otro sentido, nos llevan a fabricarmás o menos cantidad de las hormonas en cuestión?

En otras palabras, ¿qué es anterior, la dimensión bioquímica o la psicosocial? De tan trascendental pregunta depende el rumbo futuro de la investigación sobre la mente humana.

Fármacos interiores

Otro simposio desarrollado en el congreso, el número 19, sobre el tema Endorfinas y encefalinas en psiquiatría, incide en este interesante aspecto donde tan cerca se percibe la dimensión psíquica y orgánica del ser humano y el descubrimiento, recordado por T. M. Itil y A. M. Freedman, del Departamento de Psiquiatría del New ,York Medical College, en el sentido de que nuestro cerebro fabrica sus propias drogas, abre sorprendentes posibilidades a la investigación.«El descubrimiento de los opiate receptors en el cerebro -dicen Itil y Freedman- y la gran similitud entre algunos péptidos producidos por el cerebro humano y el opium poppy han abierto inesperadas perspectivas a la investigación psiquiátrica.»

Los excesos o defectos de nuestras drogas internas tendrían mucho que ver con la mayor o menor resistencia de nuestro psiquismo a las situaciones difíciles, a eso que el psicoanálisis ha llamado un «yo débil». Es bien conocido el hecho de que dos personas con una misma infancia frustrante pueden convertirse, la una, en drogadicta, y la otra, en un individuo de excepcional carácter. ¿Por qué?

Resultaría excesivamente simple considerarlo todo como un mero problema hormonal. Lo que sí se hace cada vez más necesario, a la luz de las investigaciones actuales, es el carácter interdisciplinario y de grupo que requieren ciertos estudios. Continuando con el ejemplo de la mayor o menor tolerancia a la frustración, característica muy típica del alcoholismo y otras adiciones, las terapias tendentes a modificar, esa situación del individuo podrían basarse, en un futuro quizás no muy remoto, en la ingestión de las sustancias cuya escasez se padece; pero también es una vía, hoy por hoy, más certera el ejercicio de actos mediante las terapias de la palabra, por ejemplo, que refuercen el «yo» haciéndole al propio organismo fabricar más de lo que necesita.

Mientras una vía de investigación, la bioquímica, promete al hombre del futuro productos que tienen una dimensión mágica, las otras vías de investigación, más largas y costosas, le invitan al cambio constante en su funcionamiento psicosocial. La necesidad de síntesis entre unas y otras vías se hace inevitable.

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