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Atraco de 70 millones en una joyería de la calle de Fuencarral

Cinco personas armadas con revólveres y pistolas se apoderaron, alrededor de las once de la mañana de ayer, de unos setenta millones de pesetas en joyas que se encontraban expuestas en el escaparate de la joyería Martín, situada en el número 135 de la calle Fuencarral. Los autores del atraco, de edades comprendidas entre los treinta y los cuarenta años, amenazaron a los cuatro empleados, a una cliente y a su hijo de cinco años durante los seis minutos que tardaron en guardar las mejores piezas.

Según informaron los testigos del espectacular asalto, los delincuentes, «bien vestidos, alguno de ellos con traje y el resto de sport», se bajaron de un Seat 131 de color blanco, matrícula de Barcelona, que dejaron aparcado frente a la joyería. Mientras uno de ellos se quedaba junto al automóvil, otro se quedó en la puerta y los tres restantes entraron detrás de una clienta que iba acompañada de su hijo.«No sé qué hablaron de comprar un encendedor; luego como unos matones sacaron las pistolas de los cintos y nos obligaron a tiramos al suelo. A la madre del niño la obligaron a sentarse en una silla y a que bajara la cabeza», manifestó a EL PAÍS el encargado del establecimiento.

Entre tanto, según parece, el asaltante que se encontraba en el exterior roció con espuma los cristales del escaparate y fingió limpiarlos, motivo por el que los transeúntes no pudieron darse cuenta de lo que ocurría en el interior. Instantes más tarde uno de los empleados, que había ido a una cafetería cercana, fue obilgado a entrar y a tumbarse en el suelo al lado de sus compañeros. «Lo único que vi es que había un atracador de espaldas, al fondo del comercio, y los demás estaban en el suelo. Luego oí que el niño le decía a su madre: mira, un señor con una pistola, y que el que nos apuntaba le decía que era de juguete y que no le iba a hacer nada».

Minutos después los delincuentes se dieron a la fuga llevando en bolsas «de esas deportivas» las mejores joyas: collares, sortijas, cadenas, pulseras, relojes y encendedores de oro, la mayoría montadas con piedras preciosas. «Sabían lo que hacían. Muy tranquilos seleccionaron lo mejor, lo más valioso. Además debían conocer el local, ya que nada más entrar me preguntaron si había alguien abajo», manifestó el citado encargado, quien añadió que el motivo de que tuvieran lo mejor en el escaparate se debía «a que es nuestra forma de vender, que la gente vea lo que tenemos». Aún dominado por el nerviosismo, el encargado dijo que los asaltantes «no pudieron llevarse nada de la caja, porque estaba abierta y vacía».

Según la información obtenida, el dueño del establecimiento, que se encontraba de vacaciones fuera de Madrid, fue avisado rápidamente. El balance hecho hasta el momento tendrá que ser ratificado después de que los empleados hagan recuento. Se desconoce asimismo si las joyas sustraídas estaban aseguradas y el valor cubierto por el seguro.

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