El conde de Barcelona recibió del Rey el título de almirante de la Armada
«La disciplina, la lealtad y la cohesión de las Fuerzas Armadas son la gran garantía de los españoles», dijo el domingo el conde de Barcelona tras haberle sido impuesto por su hijo, el rey Juan Carlos, el fajín de almirante de la Armada. Don Juan de Borbón dijo también que era un día de gran emoción para él, «pues sentirme integrado en la Armada colma una de las mayores satisfacciones de mi vida».
El acto se celebró en la tarde del domingo en el cuartel general de la Armada en Madrid. Además del rey estaban presentes la reina Sofía y miembros de la familia real, el presidente del Gobierno y parte de su gabinete, los presidentes del Congreso y del Senado y los principales mandos militares de los tres Ejércitos.El jefe del Estado Mayor de la Armada, almirante Arévalo, ofreció el homenaje al conde de Barcelona con un caluroso discurso en el que destacó la especial satisfacción de la Armada por dicho nombramiento. «La Marina siente un especial agrado en recibiros en su seno, señor -dijo-, porque todos cuantos aquí estamos conocemos vuestras cualidades y sabemos de vuestros merecimientos. Hoy sólo quiero subrayar las dos virtudes que han sido una constante en vuestra vida: la vocación marinera siempre unida a un profundo afecto a la Marina de guerra y vuestro ejemplar patriotismo.»
Tras las palabras del almirante Arévalo, que recordó el día en que el conde de Barcelona cedió los derechos dinásticos en favor de su hijo. el rey don Juan Carlos impuso el fajín de almirante de la Armada a su padre y a continuación firmó el despacho de nombramiento.
Tras unas breves palabras de agradecimiento de don Juan, ya reseñadas más arriba, el Rey, que vestía uniforme de capitán general de la Armada, pronunció un discurso que inició con estas palabras:. «Yo no sé si protocolariamente me corresponde intervenir en este acto. Pero, en cualquier caso, permitidme que sin hacer uso de mis prerrogativas como Rey pronuncie unas palabras como hijo.»
Discurso del Rey
Don Juan Carlos hizo un largo y encendido elogio de la vocación marinera de su padre y de las grandes enseñanzas que él mismo había extraído del mar y de la vida marinera que le había inculcado su padre. «Tú me transmitiste desde mi niñez ese amor a las cosas del mar», dijo.
«Tú me has mostrado que, cuando la vida nos enfrenta a obstáculos y siembra dificultades en nuestro derredor, es importante mantener firme el rumbo, con la vista puesta en el horizonte lejano, en medio de las aguas procelosas o en calma, con vientos «favorables o adversos. Tú también has puesto de manifiesto de forma permanente el perfecto sentido de¡ deber, el más acendrado patriotismo, el amor a España y la entrega a su servicio sin reparar en sacrificios. Me consta, señores, que al conceder hoy a mi padre, el conde de Barcelona, este empleo de almirante, le otorgarnos también una de las mayores satisfacciones de su vida.»
« A cuantos han contribuido a proporcionársela, mi mayor agradecimiento, porque para un hijo no puede haber satisfacción mayor que ver a su padre gatisfecho.»
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