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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

En defensa del motorista

A raíz de la vergonzosa suspensión de los Dos Días Internacionales de Todo Terreno de Guadarrama, debida a las presiones de grupos ecologistas, han aparecido en la prensa numerosas manifestaciones en contra del motorismo de montaña que, por lo parcialistas y viscerales, me han llevado a dirigirme a ese periódico en defensa de dicho deporte y, particularmente, a modo de contestación a la carta de don Juan Manuel López-Palop, publicada por ustedes.Las motos de todo-terreno no hacen ruido porque sí, ni el motorista goza con ello; simplemente sucede que este ruido es un mal necesario para que las máquinas desarrollen la potencia precisa en la práctica de este deporte. Por ello, las fábricas establecen un compromiso ruido/potencia que roza el máximo de decibelios que permite la ley. En consecuencia, es una posición legal que, en todo caso, debe ser solucionada con una severa legislación anti-ruido, como en EEUU o Francia, pero nunca volcando a la opinión pública en contra del motorista, a fuerza de identificarlo con el gamberro y el navajero.

Está claro, como muy bien dice el señor López-Palop, que el monte es det odos; por esa misma razón, la superioridad numérica en favor de los no motoristas no es motivo para privar al motorista de montaña de su legítimo derecho al disfrute de la naturaleza, por un elemental principio democrático que alude a la primacía de las mayorías, pero siempre con el debido respeto de las minorías. Así, es difícil que quien ignora los presupuestos más básicos de una democracia proponga una solución democrática al problema que nos ocupa. Una solución, por ejemplo, como la adoptada en un país de gran tradición ecologista como Inglaterra, donde la afición al motociclismo es muy grande y convive pacíficamente con el disfrute del campo por todos.

Es obvio que este deporte precisa de una regulación legal, pero ésta no puede consistir en la marginación del motociclista a los circuitos, demostrando un absoluto desconocimiento de causa de quienes arremeten contra él, incapaces de distinguir entre sus diversas modalidades, que, por otra parte, no pueden ser medidas por el mismo rasero. Recluir el todo-terreno o el trial a los circuitos sería tan indignante y tan pueril como querer limitar al montañero a escalar una determinada pared, o recluir en el Parque Sindical a todo aquel que desee celebrar una merienda campestre.

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Si queremos inaugurar una convivencia democrática, es preciso que se deje de considerar a los practicantes del moto-montañismo como mentes agresivas que se visten «de astronautas» para asustar a los honrados domingueros. Somos, simplemente, personas que practicamos un deporte arriesgado y, consecuentemente, tratamos de proteger nuestra integridad física. Es un deporte que acerca a la naturaleza, y nosotros, que también amamos la naturaleza, también queremos disfrutar de ella y legarla a las futuras generaciones.

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