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Schmidt: "Espero más que la mejora de la atmósfera"

La cumbre de Bonn continúa presentándose a la opinión pública del oeste europeo a través de espectaculares y tecnocráticas declaraciones de los grandes. Anteayer, el presidente francés, Valery Giscard d'Estraing, cogió el globo en sus manos para, en resumen, teorizar sobre las raíces de la crisis económica: el despilfarro energético en EEUU y el abultado excedente comercial japonés. Ayer, el otro grande, el canciller alemán, Helmut Schmidt, en una entrevista concedida a los cuatro diarios europeos del grupo Europa valoró la próxima reunión de Bonn y aseguró que de este cónclave espera «más que la mejora de la atmósfera». Paralelamente, el primer ministro japonés, el señor Fukuda, declaró: «No espero nada concreto de una reunión de dos días. »El canciller alemán; de antemano, al evocar la reciente conferencia de Bremen sobre la Unión Monetaria, se manifestó paralelo al presidente francés, al estimar que «nos encontramos sobre un nuevo camino, cuya dirección está bien definida». A propósito de las reservas británicas e italianas, el canciller cree que los países que no intervengan en la referida Unión Monetaria «podrían ser desaventajados» y, a largo plazo, en su opinión, el arreglo monetario previsto debiera implicar ventajas para todos los países. Al abordar los posibles resultados de la cumbre que va a celebrarse en Bonn, el señor Schmidt reflexionó de la siguiente manera: «Me he opuesto siempre a la definición de tasas de crecimiento, porque ningún país mantiene sus promesas», añadiendo que «el deseo de ser concreto no necesita definirse en términos de pronósticos económicos. Se puede ser concreto formulando declaraciones de intención». Para el canciller, lo importante son. estos contactos «íntimos y no públicos» de jefes de Gobierno, sin los cuales nadie tendría en cuenta al otro. «Pero, de todas maneras -concluyó- no creo que estos encuentros en la cumbre puedan transformar el mundo de manera fundamental.»

En la reunión de Bonn intervendrá el capitán de Occidente, Estados Unidos, a propósito del cual el presidente francés decía anteayer: «Se acabaron los tiempos en los que sólo EEUU podía actuar.» El canciller alemán, por su parte, aborda las relaciones Europa-EEUU en términos poético-realistas. A su modo de ver, a pesar de las apariencias, los Gobiernos franceses, desde que se instauró el gaullismo, nunca se han opuesto realmente a la alianza con Estados Unidos, y por lo que le concierne personalmente «no existe contradicción entre la alianza con Estados Unidos y la construcción europea». Son dos objetivos (la alianza y la construcción de Europa) no solamente «compatibles, sino complementarios».

Extendiéndose más allá de los problemas económicos, el canciller alemán piensa que durante los últimos lustros se ha avanzado en el respeto de los derechos del hombre en los países socialistas, la URSS en particular. No afirma que la situación actual sea satisfactoria, pero el que algunos disidentes hayan podido abandonar la Unión Soviética y el que se aborden públicamente los procesos de Moscú constituyen una evolución respecto a los tiempos de la guerra fría.

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