La coyuntura económica del primer semestre de 1978
Al comienzo del otoño de 1977, la economía española presentaba indicios de un mayor nivel de actividad, indicios derivados de un generalizado proceso de reposición de existencias por las empresas, un nivel positivo de compras de bienes de consumo duradero por parte de las familias y, también, por el creciente impulso de la demanda exterior. Las restricciones monetarias de septiembre-octubre hicieron que esta leve reactivación, que sólo corresponde a uno de los fugaces ciclos que vienen dominando la marcha de la economía española desde el inicio de la presente crisis, revistiese menor alcance que la que ya había tenido lugar un año, antes. 1977 se cerró con una desaceleración en el crecimiento de los precios de consumo, con una mejoría clara en el déficit exterior y con un nivel creciente de paro.
Los primeros meses de 1978 mantuvieron la línea de comportamiento correspondiente al final del año precedente. Como puede apreciarse en el cuadro 1, el conjunto de los indicadores de demanda presentó una cierta aceleración positiva en dicho período, aunque los mayores aumentos estuvieron centrados en el mes de enero y tuvieron carácter de prolongación del impulso iniciado en el trimestre anterior (cuadro 1). En este trimestre persistió el aumento de las exportaciones y la reducción de las importaciones, acelerándose de forma importante la cifra desestacionalizada de turistas entrados. Pero el conjunto de los indicadores no ofreció una información del todo coherente. Así, en dicho trimestre de 1978, el nivel de utilización de la capacidad productiva industrial se redujo, y también disminuyó el número total de personas ocupadas, acelerándose de forma importante el total de parados, así como el número de beneficiarlos del seguro de desempleo. El sector público mantuvo en dicho período un perfil expansivo, sobre todo en lo que a gastos corrientes se refiere, reduciéndose algo, por el contrario, su actividad inversora. También prosiguió la desaceleración en el crecimiento intertrimestral de las disponibilidades líquidas, así como en los precios de consumo, que redujeron en más de cinco puntos su tasa de aumento. La coyuntura exterior estuvo dominada por un clima algo más expansivo y por el alto volumen alcanzado por el déficit corriente de Estados Unidos, déficit que ascendió a 6.950 millones de dólares en los tres primeros meses de 1978.La información estadística correspondiente a los meses de abril y mayo de 1978 parece indicar que, como viene sucediendo desde 1975, la breve fase de expansión descrita está mostrando bien pronto los primeros indicios de agotamiento, a falta de un mínimo empuje por parte de la inversión productiva. La evolución del sector de la construcción parece haber contribuido a que la recuperación sea poco firme. La debilidad de la inversión pública ha afectado a la construcción no residencial, mientras que la inversión en viviendas aparece como el subsector más deprimido. El ritmo de iniciación de nuevas viviendas ha retrocedido a causa de la débil demanda y, sobre todo, por la reducción en el ritmo de financiación neta proporcionada al sector. La reducción del coeficiente de inversión en préstamos de regulación especial, medida integrada en el conjunto de las destinadas a liberalizar el sistema financiero, ha dado lugar a que las cajas de ahorros, que proporcilonan casi el 60 % de los recursos destinados a la vivienda, desvíen los fondos que proporcionan hacia préstamos concedidos en condiciones de plena libertad de tipos y plazos, lo que ha provocado un doble efecto negativo: se han reducido los préstamos a promotores y de acceso a la propiedad, lo que ha contribuido al descenso de la actividad constructora, y se ha visto perjudicado el sector de lá vivienda de menor precio, de la cual existe un déficit creciente. El importante incremento de los parados en el sector de la construcción en el primer trimestre de 1978 (más de 31.000 personas) no parece ajeno a todo el proceso hasta aquí descrito. Si en el segundo semestre de 1977 el PIB real debió reducirse en torno a un 2 % sobre la primera parte de dicho año, es muy posible que en el primer serriestre de 1978 el ritmo de crecimiento de dicha magnitud haya sido positivo, aunque en el período abiril-mayo haya aparecido un cierto estancamiento en el nivel de actividad. El consumo público y las exportaciones de bienes y servicios han sido los principales factores expansivos. La segunda mitad de 1978 va a iniciarse con perspectivas no muy brillantes. El consumo familiar va a crecer escasamente en esta etapa, y el aumento real de la demanda exterior va a ser menos fuerte que en la primera parte del año. El consumo privado mantendrá una tasa modesta, aunque positiva, de crecimiento real, y los precios es posible que acelúren algo su tasa el crecimiento. La inversión productiva no va a mejorar en dicho período, y se hace necesaria la adopción de medidas que eliminen la fuerte caída actual de la construcción. La cifra de parados se acelerará en el transcurso del tercer trimestre del año, puesto que es en dicho periodo cuanto tiene lugar la llegada al mercado del trabajo del aluvión de jóvenes que buscan su primer empleo. En el cuadro 2 se han resumido las previsiones aquí realizadas sobre la evolución, para el conjunto de 1978, de las principales magnitudes económicas. La consecución de una tasa de crecimiento del 2 % para el PIB aparece más como un objetivo que como una previsión. Aunque el sector agrario puede mejorar mucho su tasa de crecimiento en el transcurso del año, y también el turismo y el fuerte consumo público puede estimular de manera importante al sector de los servicios, será preciso un mayor gasto de inversión pública y una cierta recuperación de la construcción (Cuadro 2).
Si la economía española presenta en estos momentos una tendencia hacia el equilibrio de su balanza de pagos por cuenta corriente, ello significa, en términos de contabilidad nacional, que los valores correspondientes al ahorro de los sectores interiores (familias, empresas y sector público) están equilibrados con el valor del gasto total en inversión. Esto puede ser indicio de que, o bien el ahorro ha acelerado su crecimiento, o de que el valor corriente de la inversión interior aún se ha desacelerado niás. La situación permite, pues, una cierta holgura para un mayor crecimiento de la demanda interior.
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