Víctima agradecida e indócil
En la sección de cartas al director del diario compruebo que ha sido abordado con frecuencia el tema, trascendental a mi juicio, para la futura convivencia pacífica de los españoles, de la libertad de enseñanza.En el número de 21 de junio. el señor Castillo Alonso califica nada menos que de enorme y grosera impostura el que la bandera de la libertad sea ahora enarbolada por la Iglesia, a la que, por otra parte, acusa de ejercer y tratar de seguir ejerciendo un nefasto control de las mentes infantiles.
Pues bien, yo soy una víctima de los impostores, pero una víctima consciente y agradecida.
Me eduqué en un colegio de religiosos, de cuyas limitaciones soy también consciente, pero donde supieron moldear mi personalidad y robustecer una fe que aprendí de mis padres y que constituye hoy la feliz razón de mi existencia; en un orden meramente pedagógico, la instrucción recibida me permitió culminar, sin demasiado esfuerzo, dos carreras universitarias.
Tengo un profundo respeto para los que no piensan como yo, pero opino que así como el Estado tiene perfecto derecho a promover a través del sistema fiscal corrientes de renta de arriba abajo para nivelar al máximo la sociedad española, también opino que ningún Estado tiene derecho a obligar a los padres que no aceptan un modelo único de educación a contribuir por dos veces a financiar la enseñanza de sus hijos.
Finalmente, señor director, quiero decirle que amo la libertad, que no he sidojamás dócil ni sumiso al poder dominante y que en aras de esos principios deseo para mi Patria una política educativa semejante a la que hoy rige en países tan retrasados política y socialmente como Bélgica, Holanda o la antaño laicista y jacobina Francia (ley Debrai, 1959).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.