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Los dirigentes europeos buscarán una postura común

Durante dos días, Bremen, segunda ciudad-estado de la RFA en el norte del país, será la capital de Europa. Por primera vez, el consejo de la CEE con presencia de jefes de Estado de Gobierno y ministros de Asuntos exteriores de los nueve, celebrará una reunión en una ciudad que no es capital de los países comunitarios. Como razón de esta excepción se ha citado la imposibilidad de simultanear esta cumbre con los preparativos de la que celebrarán en Bonn, a mediados de mes, los jefes de Estado y de Gobierno de los siete países más ricos del mundo.Los anfitriones han hecho, por su parte, lo que de momento han podido para garantizar un máximo de seguridad a sus invitados: desde hace días, el sector en que se halla enclavado el viejo Ayuntamiento de la ciudad, en que celebrará el Consejo sus sesiones, se encuentra prácticamente acordonado y ya se ha trasladado a la ciudad el comando GSG 9 que mantendrá el control de todas las fuerzas de policía incluidas en el programa de seguridad.

Menos previsiones se observan en cuanto a los resultados de las reuniones. En Bonn se dice que el objetivo primordial de la cumbre, el de lograr una estabilidad monetaria, es más que cuestionable, a pesar de que todos los países participantes en la reunión están de acuerdo en reconocer que las fluctuaciones monetarias a efectos de cambios no benefician a nadie por lo que toca a las exportaciones. Después de seis meses de preparación intensiva, la cumbre de Bremen puede terminar en algarabía. Algo bien distinto al símbolo más conocido de la ciudad: la pirámide de los animales músicos, que se salvar un de un mal paso aupándose los unos sobre los otros, como cuenta la leyenda.

El protocolo ha tratado de crear un clima amable a la reunión. Los verdaderos contactos no tendrán lugar en la sala de sesiones, sino en torno a una chimenea palaciega. Bonn sabe que los británicos no excluyen la posibilidad de regresar a una alianza monetaria común a los nueve, que los franceses tampoco parecen tan reacios, y la prueba es que el franco experimentó un alza sensible cuando, en la reunión de Hamburgo de hace diez días, Giscard dio a entender que sería posible una nueva aproximación a la posición que representa Alemania. Los alemanes saben también que los italianos podrían conformarse con unas ciertas garantías para la lira, y que los demás países de la CEE no ofrecerían especiales problemas en este sentido. Se trata, en síntesis, de restablecer la serpiente monetaria, que en la actualidad apenas merece el nombre de tal de puro corta. En los países menores de la Comunidad parece que existen temores a que se forme un directorio de los grandes. Eliminar recelos también será un objetivo clave en Bremen.

Los alemanes confían también en que durante esta cumbre se llegará a un esquema común en materia de crecimiento económico, política de pleno empleo y problema de inflación, con el fin de poder presentar una actitud unitaria europea en la reunión, de los siete grandes países industrializados al comienzo de la segunda quincena de julio, en Bonn. Esta posición conjunta sería un gran respaldo a su propia moneda y a un plan de ahorro energético.

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