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El último "Quotidien"

«Todo el mundo lo sabe: Le Quotidien de Paris se encuentra desde su fundación en una situación financiera difícil. Situación que, por otra parte, no afecta únicamente a nuestro periódico, ya que caractenza a la mayor parte de los títulos de la prensa diaria de París. La singularidad de Le Quotidien de Paris se basa en el origende su financiación, que no es anónima, y en el carácter poco consistente de sus estructuras. Esta singularidad, al mismo tiempo que constituye la garantía de la independencia del periódico, limita su expansión y acrecienta sus dificultades. Y si el periódico ha superado después de cuatro años los obstáculos ha sido a fuerza de grandes sacrificios.Pero nuestra perseverancia se encontraba justificada cada mañana por el solo hecho de ser, por el placer profesional e intelectual de existir y la alegría casi física de aparecer, con una clara conciencia de las imperfecciones de nuestro periódico, que ha sido siempre más una promesa y un proyecto que un producto terminado, aunque esta promesa no ha defraudado nunca, lo cual es muy importante.

Tenía que llegar un día en el que se rindiera justicia al testimonio de independencia que representa Le Quotidien de París, y que para nosotros es algo muy importante. Pero el mínimo desequilibrio puede hacer resquebra . iarse a un edificio tan frágil. Pues bien, una reivindicación sindical abusiva y sin gran fundamento, nacida de la sección de periodistas y empleados de la CFDT (Confederación Francesa de Trabajadores) del periódico ha creado las condiciones de este desequilibrio, no tanto por razones de principios sino como por las formas que ha revestido, es decir, la huelga mantenida ayer por quince periodistas y empleados del periódico, de un total de 71 personas, exceptuados los talleres. Esta huelga minoritaria ha provocado la mutilación de este número y ha impuesto sus consecuencias negativas a la mayor parte del equipo del periódico. Todos los sindicalistas responsables han señalado, de común acuerdo, que la huelga ha sido desproporcionada a sus objetivos. En fin, ella ha tenido la sigruficación de un aviso como primereslabón de una cadena de relvindicaciones a las que Le Quotidien de Paris, que siempre ha respetado las obligaciones pactadas, no está, de ninguna manera, en condiciones de responder. Preferimos, por tanto, dejar de aparecer. Lo sentimos en el alma.

El lector comprenderá que nuestra decisión tiene un doble fundamento: por una parte, y ésta es una razón objetiva de orden financiero, el periódico no tiene medios de subsistencia, pese a las cuentas más o menos benevolentes que se han divulgado sobre su estado financiero. Por la otra, y ésta es una razón de orden moral sobre la que se nos permitirá hacer una observación interesante acerca del mundo del periodismo, debido a que la prensa escrita no sólo está enferma a causa de los problemas de orden técnico, económico y comercial que afectan desde hace treinta años a un gran número de periódicos.

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La prensa escrita está también enferma a consecuencia de los periodistas. Esta profesión, que es soberbia, está a punto de volverse odiosa por las acciones de un número de periodistas cada vez mayor. Y no porque tengan sus propias convicciones, lo cual es una cosa muy positiva, sino porque su fervor militante suplanta a su fervor profesional. Esta profesión se ve afectada por la poca distancia que toman los periodistas en el ejercicio de su profesión respecto de sus compromisos políticos. ¿Pero acaso no es toda la sociedad francesa. la que sufre de este mal? Dado que el periodismo es una actividad esencialmente liberal y plenamente creadora, inseparable de una dimensión poética, esto es un mal muy grave.

Evocamos aquí estos hechos porque estamos seguros que el día de mañana aparecerán muchos Le Quotidien de Paris, muchos penódicos parecidos al que ha querido ser el nuestro y que fue fácil de lanzar sin demasiados medios. Pero sólo tendrá éxito aquel periódico que, además del talento -cosa que se da por supuesta-, aporte el verdadero fervor, espontaneidad y emoción que en cierta medida le han faltado a Le Quotidien de Paris.

Gracias a los lectores, que nos han querido poco o mucho. Que aquellos que no nos han sido fieles ahorren sus condolencias. Si las gentes que lloran la desaparición de los periódicos los hubieran leído, éstos no habrían muerto.»

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