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Criterios políticos, antes que económicos, han forzado a Iberia a comprar el Airbús

La decisión de la compañía aérea española Iberia, de suscribir una carta de intención para adquirir cuatro unidades del avión europeo Airbús A-300 y optar a la compra de un número indeterminado de aparatos de la nueva serie en proyecto A-200 B-10, adoptada con ocasión de la visita del presidente de Francia, Valery Giscard d'Estaing, ha causado notable sorpresa, sobre todo por la reiteración con que los responsables de la compañía habían asegurado renunciar a incorporarlos a su flota.

Según diversas fuentes consultadas por EL PAIS, la carta de intención suscrita por Iberia plantea el inmediato inicio de una negociación bilateral con la sociedad constructora del Airbús, en la que serán planteados los términos de la compra y a la que queda en definitiva supeditada la adquisición de los cuatro aparatos. Algunos de los términos de esa negociación pudieran centrarse en el incremento de la participación de Construcciones Aeronáuticas (CASA) en el proyecto, que es actualmente del 4% aproximado, centrado sobre todo en la fabricación de los componentes de cola del aparato. Este incremento de participación supondría -según las mismas fuentes- una importante aportación tecnológica a la industria aeronáutica española, escasamente desarrollada, muy por debajo de lo que sería de esperar, teniendo en cuenta el auge del transporte aéreo en el país. Otro elemento de la negociación pudiera ser la venta recíproca del avión Aviocar, fabricado por CASA, a Francia.Iberia suscribió en 1972, con ocasión de la entrada de España en el proyecto, un contrato para la compra de cuatro unidades y opción sobre otras cuatro, que deberían ser entregadas a partir del primer semestre de 1975. Sin embargo, a finales de 1974 Iberia anunció su intención de rescindir el contrato, apelando a una cláusula del mismo, según la cual éste podía invalidarse en caso de que no se hubiera superado un determinado número de unidades en vuelo en octubre de ese mismo año. La decisión de la compañía española causó un cierto estupor en la industria aeronáutica europea, ya que ello entrañaba la perseveración del suministro norteamericano a las líneas aéreas españolas, y se interpretaba como altamente significativo que precisamente uno de los países participantes en el proyecto replanteara su adquisición ya contratada.

Las razones aducidas por los dirigentes (le Iberia, en aquella y posteriores ocasiones, se centraban especialmente en el elevado consumo del aparato, su capacidad y la inadecuación de su operativa a las previsiones en cuanto a líneas de la compañía. El actual presidente de Iberia, Manuel de Prado, ha mantenido este criterio en los últimos meses. En el pasado abril, el señor De Prado aseguró en México que la compañía mantenía sus intenciones de no adquirir el, Airbús y que, en todo caso, podría estudiarse la incorporación a la flota de la nueva serie prevista, aproximadamente a partir de 1982, en el caso de que fueran reducidos su capacidad y su consumo. En parecidos términos se expresó el presidente de Iberia hace justamente un mes en Moscú, con ocasión de la inauguración de la línea entre Madrid y la capital soviética.

Historia del proyecto

La construcción del Airbús fue acometida como consecuencia de los deseos europeos de dar la réplica al predominio norteamericano en la fabricación de aviones comerciales, poco después de iniciar el proyecto del supersónico Concorde, en aras de competir también en el mercado de los aviones subsónicos. El aparato, concebido como una réplica de los grandes aparatos de las firmas americanas, Douglas McDonell (DC-10) y Boeing (Jumbo-747), fue proyectado con sólo dos motores (el DC- 10 es trirreactor y el 747 consta de cuatro motores) y para distancias de entre 600 y 3.500 kms., mientras sus competidores norteamericanos se proyectaron para hasta 13.000 kms. La única característica realmente homologable fue el criterio de cabina ancha, buscando la comodidad de los hasta 350 pasajeros que puede ser capaz de transportar. En su fabricación se han realizado varias series, con distintas distribuciones de cabina y bodega, en virtud de las necesidades de cada compañía.El coste de cada aparato oscila en torno a los 1.900 millones de pesetas. Hasta el momento vuelan en el mundo unas treinta unidades, existe contrato firme para otras cuarenta y está establecida opción para unas veinticinco más. La última y espectacular adquisición de estos aviones fue la suscrita por la compañía norteamericana Eastern, que decidió comprar veintitrés unidades.

Según diversos técnicos consultados, la operatividad del Airbús en las actuales líneas de Iberia podría centrarse en los servicios del puente Madrid-Barcelona, en las líneas a Centroeuropa y las que unen la Península con las islas Canarias.

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