_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Las dependencias de los planes energéticos / y 3

Si observamos el cuadro número 1, sobre la estructura prevista de la producción eléctrica, podemos comprender cuán contradictorios y falsos han sido los argumentos de los primeros Planes Energéticos. Tanto UNESA como el Primer Plan Energético hablaban de que las posibilidades de la hidroelectricidad y del carbón eran muy escasas, por lo que prácticamente bloqueaban su crecimiento y, sin embargo, hipertrofiaban la energía nuclear. Como el crecimiento de la demanda y de las posibilidades financieras de la energía nuclear no ha seguido el curso esperado, ésta sé ha ido reduciendo desde el 56% hasta el 37,5% del total de la producción de energía eléctrica prevista para el año 1987. Sin embargo, milagrosamente, en el último Plan se descubre de nuevo que se podría obtener casi un 26% de energía eléctrica a partir del carbón, cuando dos años antes UNESA decía que no era posible obtener más del 17%, y en cuanto a la hidroelectricidad, se podría obtener un 26% de las presas y saltos de agua, cuando, dos años antes, UNESA venía a decir que sólo se podría obtener un 19%.Esto que parece muy complicado puede verse más claramente en el cuadro, que habla por sí solo. Hay que prestar una especial atención a la columna sobre lo sucedido en el año 1977, que nos muestra que es una estructura de la producción mucho más sensata en la actualidad que lo que vaya a ser dentro de ocho años como consecuencia de las artes mágicas de los tecnócratas compradores de nucleares. Si observamos, más de dos tercios de la energía eléctrica producida en España el año pasado provenía de recursos propios, carbón e hidroelectricidad. La cosa está muy clara, y un programa más ecologista basado en nuevas energías, en la masificación del carbón, etcétera, podría impedir todos los desmadres que se van a producir de seguir adelante la locura del Plan Energético.

Urbanista y ecologista

Fotografía: Jorge Stahl, Jr.Música: Mikis Theodorakis Intérpretes: Gian María Volonté, Diana Bracho, Claudio Obregón, Eduardo López Rojas y Ernesto Gómez Cruz Mexicana, 1975 Locales de estreno: Rosales y Sainz de Baranda

La electricidad termodinámicamente floja

La hipertrofia del sector nuclear va a llevar a la hipertrofia del sector eléctrico, y éste a una situación de despilfarro como consecuencia del exceso de la participación del sector eléctrico en el conjunto de las energías primarias.

Hemos elaborado un cuadro sobre el porcentaje de la energía eléctrica sobre el total de la energía consumida según los diversos planes (véase cuadro n.º 2).

En él se puede observar que se acerca al 40% el porcentaje de energía eléctrica que han ido programando todos los sucesivos Planes Energéticos. A pesar de la disminución de los objetivos de consumo, las compañías eléctricas han impuesto la participación de su porcentaje. El sector eléctrico no tolera bajar del 40% del total del consumo energético del país. Esto quiere decir que la posición de España en cuanto a la proporción de energía eléctrica sobre la total energía consumida, que ahora se aproxima a la situación de Estados Unidos en 1985, se va a agravar, con la paradoja de que España será un país mucho más electrificado y electrotécnico que Estados Unidos en 1985. ¿Cómo es posible esto? Esto sólo se explica de dos maneras, o bien porque se va a especializar España en industrias pesadas y contaminantes que consuman mucha energía eléctrica (caso de la planta de alúmina de San Ciprián, que para ella sola va a necesitar la central nuclear de la provincia de Lugo, Regodela), o bien quiere decir que se va a tener que emplear la electricidad para calefacción de las casas justamente cuando habrá sido prohibida en todos los países avanzados. Téngase en cuenta que la electricidad, que es una energía ideal para motores, mecánica, electrónica, iluminación, audiovisual, etcétera, es, por el contrario, termodinámicamente absurda en otros usos, de los que el más señalable es la calefacción, ya que el calor se tiene que convertir en unas centrales térmicas en electricidad, con lo que sólo se aprovecha un 30% aproximadamente de la capacidad energética de la materia prima inicial, después pierde aproximadamente un 11% en transformación y transporte de la energía eléctrica y se vuelve a transformar en calor, con lo que aproximadamente poco más de un 10% de la energía inicialmente empleada en la central nuclear se aprovecha en forma de calor negro o calefacción eléctrica (lavadoras, lavaplatos, calderín de agua caliente eléctrico, aire acondicionado, etcétera). También pudiera suceder que se tratara simple y llanamente de un error energético, consecuencia de la decisión de las compañías eléctricas de lanzarse a la energía nuclear en exceso, a la vez verdugos y víctimas de su propia preponderancia en el panorama energético nacional, en el que se confunde energía con electricidad.

Sabido es que el ciudadano medio estima, y es cierto sólo en parte, que la energía eléctrica es la más cómoda, la más limpia, etcétera, pero lo que no se tiene en cuenta son sus costos y su bajo rendimiento termodinámico, que en un Plan Energético debería ser tenido en cuenta como lo ha tenido en cuenta el Plan Carter, que prevé en Estados Unidos, para 1985, una participación de la energía eléctrica de un 33% (como la actual española), mientras que el Plan Energético Nacional prevé, para 1987, un 39,4% de energía eléctrica.

Hemos ido demostrando, pues, que los sucesivos Planes habían exagerado las previsiones de demanda para justificar las nucleares, que se habían decidido excesivo número de nucleares, que la participación de la energía eléctrica era excesiva con respecto a otros países como Estados Unidos, que nos condiciona a la política nuclear.

Pero también vamos a tratar de demostrar cómo estos planes energéticos suponen unas inversiones que pueden generar, a su vez, graves problemas.

Los sucesivos Planes Energéticos necesitan gigantescas inversiones, siempre las mismas

Hemos elaborado un cuadro sobre la previsión de inversiones en los sucesivos Planes, que reproducimos a continuación.

En él se puede observar que las previsiones de inversiones que van dando los sucesivos planes no hacen sino recoger lo programado ya por UNESA hace siete u ocho años en sus decisiones iniciales, y que lo demás son ligeros retoques o lavados de cara para la galería.

El Plan Eléctrico Nacional de UNESA señalaba que del 78 al 82 habría que invertir únicamente en el sector eléctrico unos 508.000 millones de pesetas. Si a eso añadimos los demás sectores, podremos observar inmediatamente que los Planes Energéticos Nacionales del 75, 77 y 78 se han mantenido en unas cifras muy aproximadas a los 700.000 millones de pesetas, lo que viene a suponer la cifra total de las inversiones energéticas, eléctricas y no eléctricas.

En unos casos se trata de pesetas del 74, en otros casos se trata de pesetas del 76, pero en grandes líneas las cifras no engañan. El incremento rapidísimo de costos de las centrales nucleares y de todas las inversiones energéticas está llevando a los países industriales avanzados a una situación muy paradójica, consistente en que los grandes proyectos energéticos devoran cada vez más mayor cantidad de capital, por lo que se crea una situación inflacionaria y a la vez una situación de paro y falta de empleo. La energía va siendo un sector que cada vez va a ir devorando más capital.

Barry Comonner, en su último libro, The poverty of power, muestra cómo en Estados Unidos los grandes proyectos energéticos, especialmente nucleares, encuentran cada vez más difícilmente el capital necesario. Muestra también cómo estos volúmenes exacerbados de capital son detraídos de la formación bruta de capital anual y alcanzan cada vez un porcentaje mayor de producto interior bruto

Las cifras que dan los sucesivos planes energéticos nacionales son, en nuestra opinión, trucadas y poco rigurosas en cuanto a que se sepa exactamente qué porcentaje del Producto Interior Bruto va a ir cada año destinado al sector energético.

Una de las causas de la crisis del capitalismo en su etapa de descomposición actual y muy característica del modo de producción estatal es la de embarcarse en gigantescas operaciones que requieren el manejo de mucho capital, objetivo prioritario de los grandes monopolios. No es por casualidad que el Plan Nacional de Autopistas, la Cuarta Planta Siderúrgica, los superpuertos, las centrales nucleares, la construcción de grandes centros de oficinas e inversiones inmobiliarias agotan los capitales de posible inversión obtenidos a través de canales protegidos por el Estado, a bajos intereses, con pocas garantías y a largo plazo, mientras que la pequeña y mediana industria no puede obtener circunstancias parecidas.

El sector energético es un cementerio de capitales, como podemos observar en el cuadro siguiente.

Observamos que el sector eléctrico, especialmente con las nucleares, pensaba devorar en el Plan del 75 el 80% de todas las inversiones en energía y que en el 78 se planteó únicamente el 61%, aunque estas cifras, habida cuenta de los incrementos de los precios de las centrales nucleares, deben ser revisadas para ser adaptadas a la auténtica realidad.

Cuanto más Planes Energéticos, más dependencia exterior

Independientemente de los problemas ecológicos graves de la energía nuclear, que en este trabajo ni siquiera hemos querido tocar, hemos demostrado los graves problemas económicos y financieros que se presentarán si se llevan a cabo estos lamentables programas energéticos. A ello hay que añadir que, contrariamente a los objetivos que dicen defender los planes de aumentar la independencia energética, ésta se va a seguir agravando. Si observamos el cuadro siguiente, sobre el grado de abastecimiento energético en España, podremos ver que ha ido descendiendo de 1960 a 1973 y a 1977.

Si observamos lo que resultaría de haber aplicado los distintos planes energéticos, veremos que teóricamente el grado de autoabastecimiento ha aumentado, aunque el último Plan ni siquiera da cifras. Ahora bien, el truco principal consiste en que, por una convención estadístico-ideológica de los países que forman parte de la OCDE, se estima que la energía nuclear es nacional. Esta increíble pirueta ideológica es la que aplican los Planes Energéticos españoles al afirmar que la energía nuclear reduce la dependencia energética. Esto vemos que es totalmente falso, ya que no sólo la tecnología de las centrales, sino el enriquecimiento del uranio y el tratamiento de los residuos son totalmente dependientes del exterior, por lo que el grado de autoabastecimiento energético real, que parecía ser uno de los objetivos de los sucesivos Planes Energéticos, no va a hacer sino debilitarse a medida que aumenta la electrificación nuclearizada del país.

De todo lo anterior creemos haber demostrado que los Planes Energéticos no son tales, sino justificaciones de los programas de inversión de las compañías eléctricas complementados por los Planes Nacionales del combustible que deciden lo que se va a comprar en el exterior cada año, que es la verdad final del problema energético en España por ahora.

Cabe concluir, pues, que a pesar de los acuerdos de la Moncloa, los documentos que aprueba el Gobierno bajo el nombre de Planes Energéticos son papel mojado y que, por mucho que se discutan en el Parlamento, la situación económica y energética española seguirá haciendo agua. La aportación de un análisis de política económica ecologista esperamos sirva al menos para que, tarde o temprano y partiendo de cero, se comiencen a tratar estos temas en serio, especialmente por los partidos de la Oposición de Su Majestad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_