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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La paz se aleja en el Próximo Oriente

LA TERQUEDAD del Estado de Israel respecto a Cisjordania, sus intervenciones en Líbano, mediante la presencia de sus soldados o por presiones militares indirectas, dificultan de nuevo las soluciones de paz en Oriente Próximo, crean problemas de política interior en países árabes vecinos y renuevan las tensiones internacionales. El Gabinete Begin ha rechazado la devolución de Cisjordania y de la Franja de Gaza -reclamada por la ONU en su resolución 242-, ofreciendo tan sólo una limitada autonomía para la región por espacio de cinco años.Este plan, con el cual el Gabinete israelí contestaba a un cuestionario propuesto por Estados Unidos, ha sido calificado como evasivo por el presidente Sadat, para el cual las conversaciones con Tel Aviv ya no tienen utilidad directa. El ministro egipcio de Asuntos Exteriores ha lamentado la «intransigencia constante» de Israel y su «incapacidad» para responder a los ofrecimientos de paz de El Cairo, cuyo Gobierno a su vez ha sido duramente criticado por el embajador en Lisboa, general Chazli. Después de la audaz iniciativa del presidente Sadat de acudir a Israel en el pasado mes de noviembre, no ha habido sustanciales progresos en las relaciones entre ambos países. Esto, unido a la política interior del presidente Sadat, en la que no ha faltado la mano dura para la prensa y la oposición, pone en un aprieto a un país que necesita una victoria militar sobre Israel o, al menos, un acuerdo digno. Si Tel Aviv se niega, definitivamente, a entablar negociaciones viables, con ello niega bazas a Sadat que le sean valederas para esgrimir frente a su pueblo y es posible que de algún modo le fuerce a pensar en soluciones militares.

El mismo Israel no es ajeno a las repercusiones domésticas de su intransigencia. El ministro de Defensa, general Weizman, abandonó el Parlamento en el curso de la votación que ratificaría el plan Begin, mostrando de .este modo su desacuerdo con una política que, en su opinión, sólo conducirá a una nueva guerra. Los analistas militares pueden demostrarnos que el desajuste entre las fuerzas israelíes y árabes no ha hecho sino reducirse y que en las tres guerras de Oriente Próximo los triunfos de Israel han sido, cada vez, menos completos, peor vistos por la opinión internacional. Progresivamente los soldados árabes han sido derrotados en límites militares cada vez más estrechos que si bien no les acercaban a la victoria, sí por lo menos al empate y al equilibrio.

En una próxima guerra, si es que es inevitable, las ventajas, tanto militares como internacionales, del Estado de Israel, serán mucho menores. Por ejemplo, Tel Aviv ya no gozaría del apoyo incondicional de Estados Unidos, que mediante sus ventas de armas a diversos países árabes busca el equilibrio armado en la zona. A nadie le puede extrañar que después de la victoria militar Israel tenga muy presente su seguridad, siemare amenazada. Pero al anteponer la seguridad a cualquier otro tipo de razones, Israel hace que su protección por parte de Estados Unidos sea cada vez más difícil de soportar, y al no promover políticas de moderación en los Estados vecinos -con los que está condenado a entenderse-, renueva en ellos los anhelos de revancha. Así, por ejemplo, con esta fatalidad Israel desestabiliza el Líbano y destruye las esperanzas de Sadat. El rechazo norteamericano de estas respuestas al cuestionario preludian claramente que su apoyo se hace más crítico.

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El Gobierno de Israel, o los elementos más duros ¿íue conducen la política del país, no parece muy capaz de realizar una política de paz. Al rechazar una solución viable para Cisjordania parece entrar de nuevo en ese callejón sin salida de las victorias militares no aprovechadas por la política y que sólo puede desembocar en un nuevo conflicto.

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