Fuertes críticas al fondo y a la forma del texto constitucional
El texto constitucional que actualmente se debate recibió ayer fuertes críticas en la primera sesión de las jornadas por una Constitución democrática que se celebran a lo largo de esta semana en la facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Organizada por Mariano Aguilar Navarro, decano de la citada facultad v senador socialista; Joaquín Ruiz-Giménez, presidente de honor de Izquierda Democrática; Alfonso de Cossío, catedrático de Derecho, y Enrique de Castro, abogado y miembro del comité central del Partido del Trabajo de España, en dichas jornadas participarán diversas personalidades independientes progresistas y representantes de diversos partidos, parlamentarios y extraparlamentaríos.En la primera jornada, en la que participaron Joaquín Ruiz-Giménez, Alfonso de Cossío, Eduardo Prada, presidente de ARDE (Acción Republicana Democrática Española), Enrique de Castro, Perfecto A. Ibáñez, juez de primera instancia y miembro de Justicia Democrática, y Pablo Castellano, diputado socialista, el texto constitucional sólo encontró defensores en los señores Ruiz Giménez y Castellano.
El primero, desde una perspectiva gIobal e ideológica, y el segundo, desde una perspectiva más coyunturalmente política, convinieron en que la Constitución de 1978 puede ser un punto de partida válido para instaurar definitivamente la democracia en España y para futuras transformaciones socioeconómicas en sentido socializante.
El profesor Ruiz-Giménez, que alabó que el texto constitucional haya evitado una guerra ideológica en el campo de la enseñanza -«en nuestro país -dijo- estas guerras suelen terminar en las armas»-, manifestó que este texto no tiene, en lo que se refiere al reconocimiento y protección de los derechos humanos, «ninguna diferencia seria si se compara con los textos internacionales».
Pablo Castellano por su parte, manifestó que su partido está viendo la Constitución como el rnecanismo que hoy por hoy puede permitir al pueblo español asentar cotas mínimas de libertad y establecer una regla de juego que impidan la vuelta atrás.
Alfonso de Cossío atacó en toda regla y no sin ironía el texto constitucional y la forma en que se está elaborando. Del primero dijo que era decimonónico, elaborado por los nuevos ricos de la democracia, y que recoge muchas cosas inútiles y no pocas perturbadoras. Al consenso lo calificó, no sin ironía, de milagro «que hace -precisó- que los españoles estén en este momento tanto contra el Gobierno como contra la Oposición».
Eduardo Praga negó que esta Constitución fuera democrática porque está siendo elaborada por unas Cortes que no fueron convocadas como constituyentes y porque, a su juicio, la única Constitución democrática que pueda existir es la que reconozca a la República como forma de Estado.
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