Un socialismo no marxista para España
Generalmente se considera que, en la actualidad, socialismo es decir marxismo; nada más lejos de la realidad, porque antes y después de Marx han existido socialismos no marxistas, y, lo que ha sido menos observado, cabe más de una interpretación no socialista del marxismo, no siendo la única la anarquista.En Europa hay dos clases de partidos socialistas (dejando aparte los comunismos, leninistas o no): los socialismos marxistas (como el francés, el italiano y el portugués) y los socialdemócratas (como el laborismo británico, y los partidos correspondientes en Alemania, Austria, Suecia, etcétera).
Estos últimos consideran que el Estado ha de extender sus fines para conseguir mayor protección de todos los cuidadanos, sobre todo de los menos privilegiados en el reparto de recursos y oportunidades; no aceptan la posibilidad de que la economía de mercado resuelva por sí sola estas cuestiones; postulan unas grandes inversiones públicas en servicios sociales (escuelas, hospitales, guarderías, etcétera), y para lograr todo ello utilizan una gama de medios que pasa por la nacionalización de sectores básicos (energía, transportes, siderurgia, banca, etcétera), sistemas fiscales de alta progresividad, política monetaria y de cambios, etcétera.
Secretario general de Alianza Popular
Guión: José Sésamo y José María Gutiérrez. Dirección: José María Gutiérrez. Fotografía: Magi Torroella. Intérpretes: Héctor Alterio, Fernando Fernán Gómez, José Sacristán, Gabriel Llopart, Luis Ziges, Quique San Francisco.Dramático. España, 1978. Local de estreno: Gran Vía.
Los socialdemócratas no persiguen, en cambio, ni el mito de una revolución total, ni una sociedad absolutamente igualitaria, ni aceptan métodos antidemocráticos (como la dictadura del proletariado o el partido único) o ilegales (como la huelga política).
Los socialismos marxistas, aun los no integrados en la Tercera Internacional (comunista) y no leninistas (es decir, partidarios de la insurrección armada, el partido único y la dictadura del proletariado) postulan la revolución total, la sociedad sin clases, la economía o plenamente nacionalizada o autogestionaria, y su participación en el proceso democrático pluralista es una etapa provisional, hasta la transformación de la sociedad. Es interesante, al respecto, la lectura del libro del último Congreso del PSOE.
Debe añadirse que el marxismo parte de una filosofía materialista, en la cual la religión es «el opio del pueblo»; por lo que los partidos marxistas están todos comprometidos en el laicismo total, el anticlericalismo, la familia puro contrato civil y, sobre todo, la escuela única, como instrumento clave para la transformación de la sociedad.
El Partido Comunista de España ha suprimido la expresión leninista, después de un análisis correcto (la insurrección armada es imposible hoy en una sociedad que ha erradicado la miseria, salvo la ayuda, improbable en esta zona del mundo, del Ejército soviético). Pero aclara que sigue siendo marxista y revolucionario, y en modo alguno una simple variante a la socialdemocracia.
El caso del PSOE es más complejo. Una vez seguras sus espaldas, con la acertada absorción del PSP y de los históricos, el PSOE ha comprendido que, para ser una alternativa real de Gobierno, tiene que dar algunos pasos indispensables. El primero, es dejar de ser marxista, y convertirse en socialdemócrata. El segundo, convertirse en un partido nacional y abandonar esa ambigüedad internacionalista que le ha hecho recientemente preferir los intereses de Argelia a los de España.
Y aún habría que cortar ciertos sectarismos anacrónicos, como el republicanismo, el anticlericalismo, la obsesión por la escuela única, etcétera.
Lo que hace falta es que lo que se haga se haga en serio. Ya basta de verbalismos y de componer la imagen. Hay que trabajar en serio por una izquierda viable, como por una derecha moderna y responsable.
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