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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Elecciónes a Cámaras Agrarias: el pucherazo previo

A la espera del día electoral en que saldrán elegidos los vocales a Cámaras Agrarias para un largo plazo de cuatro años, y sin necesidad de comprobar si hay o no hay fraude en ese día, si podemos afirmar que el juego sucio, lleno de zancadillas hacia los campesinos demócratas, que el Gobierno y sus funcionarios en las cámaras han llevado hasta el momento, es un auténtico pucherazo, una burla hacia los hombres y mujeres del campo, a los que, a falta de una organización sindical fuerte, se les ha relegado a ciudadanos de últíma categoría, sobre cuyas dóciles espaldas se preparan a caer (como siempre) los costos de la crisis económica que el capital no pueda hacer caer sobre los obreros organizados de las ciudades. Para asegurar esa docilidad y frenar su incipiente, pero potente toma de conciencia de sus verdaderos intereses, frente a los del capital (que en el campo se llaman: maquinaria, abonos, piensos, insecticidas, comercialización ... ), se han inventado estas nuevas Cámaras Agrarias.Como las puertas al fraude ya están abiertas en la misma redacción del decreto de marzo y es fácilmente comprobable con sólo leerlo, me quiero atener aquí, por razones de espacio, a la forma en que se ha materializado éste en el campo asturiano y que lamentablemente supongo común al resto de la España rural.

En primer lugar, la información a los campesinos ha sido nula. Al anuncio de elecciones ha seguido el silencio más absoluto en los medios de comunicación, controlados en gran parte por el Gobierno. Si esta desinformación fuera total hasta el mismo día de elecciones, no tendría más importancia; pero enormes cantidades de carteles y propaganda explicando los trámites de reclamación de error de censos, como hacer una candidatura, funciones de las nuevas Cámaras y la consabida llamada alienante al voto, han estado almacenados en las Cámaras locales, dejando pasar todo plazo, esperando a las vísperas electorales en que una macha con la propaganda llevará a los campesinos a votar, en una sola dirección. Y será en una sola dirección, porque mientras candidaturas promovidas por sindicatos amarillos, orgalizados desde la Administración o desde medios empresariales, han gozado de todas las facilidades de acceso a censos e impresos; por el contrario, aquellos -que habiendo superado la desinformación y la vergonzosa alteración de los censos (sin reclamaciones debido a la desinformación)- han pretendido proponer una candidatura que respondiera a presupuestos democráticos, han debido pasar por un largo calvario que ha hecho imposible la materialización de la mayor parte de las candidaturas. Así, sesiones informativas en los pueblos, son desconvocadas mediante la desaparición de los carteles a los poco s minutos de ser fijados; o biense les niega la consulta de los censos (¡cuántos de ellos encerrados en vitrinas, o no expuestos más que en horas de oficina o simple y llanamente no colocados al público!).

Si después de tales elecciones, algunos campesinos vencen el temor y reclaman, la Delegación de Agricultura obligará a las Cámaras remisas a cumplir un mínimo de garantías, pero el miedo, la desconfianza y el desánimo ya quedan bien sembrados.

Y lo que es peor, este fraude del Gobierno, este insulto a nuestra ya recortada democracia y a los hombres y mujeres del campo, se está llevando a cabo ante el inexplicable silencio de los llamados partidos obreros.

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