El Gobierno británico no dimitirá pese a su derrota parlamentaria
El Gobierno laborista no tiene intención de dimitir a causa de su derrota parlamentaria a propósito del presupuesto para el año fiscal 78/79, a pesar de las exigencias conservadoras en este sentido y del hecho de que sea la primera vez desde la posguerra que el partido gobernante pierde una votación de estas características.
El primer ministro, James Callaghan, ha sido explícito en los Comunes sobre este punto, a la vez que acusaba a la oposición de haber actuado con su «irresponsabilidad habitual».Una alianza «contra natura», de todos los partidos minoritarios con la oposición conservadora impuso ya casi en la madrugada del martes una reducción de un 1% en la tarifa impositiva básica a que están sujetos los ingresos de los ciudadanos británicos, fijada ahora en un 33%. Nuevas derrotas, si bien de menor envergadura económica y política, se esperan durante el debate en comité del proyecto de ley presupuestario, cuya discusión continúa en la Cámara baja.
Los autores directos del revés que ha puesto contra las cuerdas al señor Callaghan han sido los diputados unionistas del Ulster, que sólo algunas horas antes de la votación decidieron no apoyar al Gobierno laborista.
Sus argumentos para sumarse a la «gran coalición» no fueron económicos, como los de los liberales o los nacionalistas, sino políticos. Los siete parlamentarios oficialistas han segado la hierba al primer ministro para, en palabras de su portavoz económico, Enoch Powell, «protestar contra lo injusto de que no se celebran elecciones en el Ulster». Los unionistas oficiales se oponen a las tesis del «poder compartido» para Irlanda del Norte entre las comunidades protestante y católica, que el Gabinete dice patrocinar. La restauración formal de la hegemonía protestante en la provincia británica es implícitamente el precio puesto por ellos al Gobierno para garantizar su apoyo.
Económicamente, la enmienda que será aprobada por los Comunes sitúa al ministro de Hacienda ante el dilema de elegir el mejor modo de «recuperar» los 370 millones de libras en que se traduce el recorte impositivo del 1%, que ahorrará al contribuyente típico un promedio de 2.000 pesetas al año. Aunque el equipo del señor Healey se tomará el tiempo necesario para arbitrar las medidas económicas que estime convenientes, el canciller del Exchequer ya ha puesto el énfasis en dos de ellas: incremento en las contribuciones empresariales o en los impuestos sobre las sociedades, o aumento del impuesto sobre el timbre.
Un informe de la patronal británica ponía ayer un acento sombrío en la recuperación económica del país, que, según sus empresarios, sigue inmerso en una «depresión profunda» cuya salida no se ve clara. Políticamente, la supervivencia del Gabinete Callaghan está garantizada a corto plazo, incluso con una votación de confianza de por medio. Su pacto con los liberales inmuniza al primer ministro contra la derrota parlamentaria en cuestiones fundamentales. Sin embargo, la inesperada decisión unionista de abandonar su neutralidad -verdadera pieza clave de lo ocurrido- sugiere ya lo improbable de que el premier pueda contar con los representantes del Ulster, como repuesto de los trece votos liberales, si decide aplazar las elecciones generales al año próximo y, como parece, el pacto lib-lab se extingue formalmente este verano.
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