_
_
_
_

"La vacunación masiva desvía los verdaderos problemas de la salud"

Consciente del problema y de la necesidad absoluta de una información honesta sobre el mismo, Fernand Delarue, profesor de la región parisiense, ha escrito un libro polémico sobre el tema de las vacunas basándose en estadísticas, estudios e informaciones recogidas de diversos países, con objeto de ayudar a la lucha que la Liga Nacional por la Libertad de la Vacunación realizada desde hace veinte años.Fernand Delarue, que considera un deber moral defender la idea de que nuestro cuerpo y nuestro espíritu nos pertenecen, ha escrito su libro La intoxicación de las vacunas, haciéndose eco de un derecho que el Consejo de Europa acaba de recordar una vez más: «el derecho fundamental del enfermo a la dignidad e integridad de su ser entero (cuerpo y espíritu), así como el de ser absolutamente informado de todo lo que a su salud se refiere».

Más información
Campañas en contra de las vacunaciones obligatorias

Pregunta. ¿Cuál es la razón de que un libro como el suyo no haya aparecido antes y qué es lo que pretende con él?

Respuesta: Mi pretensión es informar: No puede adoptarse una postura responsable sobre las vacunas, si no se conocen los pros y los contras. Si el libro no ha aparecido antes ha sido porque ningún editor del mundo entero quería editar un libro que cuestiona la efectividad de la vacuna e insiste sobre los grandes peligros que la misma su pone. Normalmente en cuanto se hace una crítica objetiva de la vacunación masiva, se le considera a uno como retrógrado y contrario al bien común. Vivimos en una época en que el mejor producto es aquel que realiza la mejor campaña publicitaria, es la triste realidad. La publicidad sobre las vacunas la llevan a cabo siempre los laboratorios que las producen y que naturalmente. dicen maravillas de ellas. Todas las estadísticas que cito en mi libro mostrando que la vacunación obligatoria o no, no tiene ninguna incidencia sobre la regresión de las enfermedades provienen de fuentes oficiales y son incontestables, pero no figuran jamás en los estudios que se presentan al gran público o a los médicos. Todos, parlamentarios, médicos. padres de familia, etcétera. piensan que la única documentación que existe es la que demuestra lo magnífico que son las vacunas. Todo lo que va en contra de esta manera de pensar se elimina. Se puede ser médico y saber muy poco sobre las vacunas naturalmente, los que trabajan en los Institutos Pasteur o Mérieux no pueden poner en duda sus productos. serían absolutamente eliminados como ha sido el caso de algunos investigadores que se han alejado de la ortodoxia. Sus trabajos se relegan al olvido y no se habla más.

P. ¿En el fondo de todo esto, además de una posible ignorancia, no puede haber cierta hipocresía por parte de los sabios y los poderes públicos?

R. Sin duda, la hay por parte de los que saben que algunas cosas de las que afirman, no son verdad, pero los que confían en la «sabia palabra de los pontífices» no son hipócritas. solamente están equivocados: pero actúan de buena fe. Se repite tantas veces a los médicos que la vacuna es inofensiva, que, cuando el accidente grave llega, se dice a sí mismo «no he tenido suerte. me ha tocado a mí». En consecuencia, no se habla de ello, es difícil decir a los padres que su hijo ha muerto, o está grave, debido a algo que el mismo médico ha aconsejado. El médico se siente solo. nadie osa ir contra el mito establecido por miedo a desconsideraciones de tipo profesional. Por ejemplo. el doctor Albertier, vicepresidente de nuestra Liga, escribió hace años al Instituto Pasteur manifestando que él mismo «había matado varios niños por la BCG». La respuesta del Instituto fue: «Querido compañero, es usted el único que nos ha planteado este problema, no tenemos ninguna otra noticia en este sentido. Tome algunas precauciones. » Las precauciones se tomaron, pero los niños siguen muriendo. Otros médicos le comentan que han recibido la misma respuesta. El doctor investiga. establece contactos con instituciones extranjeras y comprueba que los casos existen, «sólo en Francia la vacuna no mataba».

Campañas publicitarias

P. ¿No puede hacer nada la Liga para neutralizar las campañas publicitarias de los laboratorios que inducen a la gente, ante una posible epidemia, real o no, a vacunarse en masa?

R. Cuando hay una campaña en este sentido es imposible boicotearla por una contra-publicidad. La primera vez que hemos tenido un espacio en la televisión y no en directo ha sido la semana pasada. Los grandes periódicos y las grandes emisoras de radio siguen estando cerradas. En una charla que di en una radio periférica, dije en, re otras cosas que la vacuna contra la viruela mata o pone enfermos cada año entre doscientos y 250 niños franceses (el día anterior en Marsella se habían vacunado centenares de niños sin tomar ninguna precaución). Los padres telefonearon asustados a la emisora. El director, para arreglarlo, pide a una gran personalidad, el profesor Lepin, que me contradiga, y lo hace afirmando que, desde hace cuarenta años, no ha habido un solo caso de encefalitis. Lo terrible es que la Liga ha ganado un cierto número de procesos por encefalitis postvacinal, que fueron publicados en revistas médicas, pero..., el profesor nunca había oído hablar de ellos. La Liga, una vez demostrado que los accidentes se producen, ha conseguido hacer pasar una ley por la cual deben ser indemnizadas las víctimas. Esto es difícil, costoso; las gestiones son interminables, y mucha gente no se atreve. Entonces el Ministerio hipócritamente dice hay muy pocos accidentes, porque hay muy pocas indemnizaciones. Pero no se dicen las trabas con que se encuentra quien quiere llevar adelante el caso. Lo que pretendemos actualmente es la obligación de declarar todos los accidentes postvacinales.

P. Sabiendo todo esto, ¿cómo es posible que se mantenga el mito de la eficacia e inocuidad de la vacuna?

R. Por la discreción del cuerpo médico el inmovilismo administrativo, las confusiones malhonestas, la carencia de estadísticas y el rechazo de realizarlas, por negar la palabra a los adversarios, por la fe en las afirmaciones de los pontífices la necesidad que la gente siente de sentirse tranquilizada y la obligatoriedad de algunas vacunas (en Francia difteria, polio, tuberculosis. tétano y viruela). El padre que. consciente del peligro, se niega a vacunar a sus hijos puede tener muchos problemas. Destruir el mito de la teoría de los portadores de gérmenes o de la barrera de inmunidad es muy difícil. cuando hay una predisposición a hacer creer lo contrario. El doctor Buchwal ha demostrado que constituyen siempre los sujetos vacunados el origen de todos los numerosos accesos epidémicos que, él ha estudiado. También está demostrado que la contaminación de las capas freáticas de Nueva York por virus vacinales y por tanto la vacuna puede ser un peligro para la colectividad. El premio Nobel, John Enders, afirma que la vacuna contra la rubeola puede ser más peligrosa que la enfermedad, puesto que los sujetos inmunizados pueden albergar el virus sin estar enfermos y extenderlos haciendo correr graves riesgos a los fetos de las madres embarazadas. Por lo que se refiere a la barrera de inmunidad, las estadísticas demuestran que los países río vacunados masivamente, están tanto o más protegidos que los otros.

Enfermedades derivadas

P. En su libro habla usted de las relaciones posibles entre la vacunación y el cáncer, las enfermedades cardiovasculares, la leucemia y las inadaptaciones y retrasos escolares en los niños. ¿Puede hablarnos de ello?

R. Desgraciadamente no se han hecho estudios sistemáticos sobre esta relación. Pero yo he recogido datos de revistas médicas y de congresos, afirmo que aunque las relaciones no están todavía clarificadas. es seguro que existen. No se sabe cuantos cánceres pueden imputarse a las vacunas, pero sería interesante saberlo. Hay testimonios en este sentido, por ejemplo, el del doctor Marcelzat, que ha detectado 38 tumores cutáneos desarrollados en los trazos de escarificación de la vacuna de la viruela. demostrando además que no pueden achacarse a otras causas. Podría citar otros ejemplos, pero creo que los estragos del cáncer hoy en día son lo suficientemente importantes como para que la cuestión merezca un estudio. Los accidentes insidiosos menos aparentes que se manifiestan si mente no se pueden olvidar. Es como una pirámide en la cima están los graves, los que se ven. En la base, los soterrados pero que pueden afectar a miles de niños. Yo soy profesor y he visto con frecuencia niños inteligentes, brillantes incluso, que tras la vacuna se han desmoronado han perdido el interés por todo sufren pérdidas de memoria y pueden permanecer en este estado varios años o lo que es peor toda la vida. Pero esto no se comprueba porque no se habla porque los maestros tienen una fe ciega en las vacunas y es más fácil enviar a estos niños al psicólogo.

Elevar el nivel sanitario

P. Si todo lo que usted expone es cierto. ¿ cómo se pueden enviar dosis masivas de vacunas a los países del Tercer Mundo?

R. Por qué no se cree en los accidentes. Porque se piensa que es la garantía de la salud. Mire cuando el hambre terrible de Biafra, la solidaridad internacional recogió muchos millones de dólares dedicados a alimentar a los niños que morían de hambre. Cuando se me ocurrió examinar las cuentas observé que más de la mitad de ese dinero se había dedicado a vacunas contra la viruela y la rubeola. Se morían de hambre, pero se les vacunaba. Hoy en día estamos preparados para tomar medidas más eficaces y menos peligrosas que las vacunas. Holanda ha vencido la tuberculosis sin recurrir a ellas. La viruela se ha extinguido localizando al enfermo y aislándolo. La vacunación masiva desvía a los Gobiernos de los verdaderos problemas de la salud de la comunidad: elevar el nivel de vida, tomar medidas higiénicas, culturales, controlar la calidad de la alimentación, cuidar el medio ambiente, son entre otras prácticas más efectivas que la simple vacunación y no suponen riesgo alguno. Se sigue creyendo que la vacuna es anodina que no deja trazas y no es verdad. Las investigaciones inmunológicas prueban que las estimulaciones repetidas no dejan de tener inconvenientes y producen complicaciones a nivel de lesiones de riñones, hígado, encéfalo, nervios, etcétera.

P. ¿No le parece que en esta carencia en la información los médicos son también responsables?

R. Evidentemente, con frecuencia el médico no informa lo suficiente al paciente sobre su enfermedad, ni sobre el tratamiento. Esto hace nacer una relación de dependencia, de pasividad por parte del paciente que delega la responsabilidad de su cuerpo en manos de otro, del que posee el saber, cuando la salud es, en primer lugar, su propia responsabilidad. Cuando se alarga el brazo para recibir una vacuna, se realiza un acto de abdicación de esta responsabilidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_