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Exito electoral del laborismo británico en Escocia

El Partido Laborista ha superado con más éxito del que se esperaba su primera prueba de fuego electoral en Escocia, al retener el escaño de Glasgow-Garscadden por un margen de casi 5.000 votos (un 12 %) sobre el Partido Nacionalista Escocés (SNP). La plana mayor del Gobierno se felicitaba ayer de unos resultados que acentúan la probabilidad de que el primer ministro convoque elecciones generales este otoño.

Aunque con relación a la elección general de 1974 los laboristas han perdido un 5% de sus votos en Garscadden, la diferencia obtenida frente al SNP, que no ha conseguido aumentar su clientela desde entonces más que en un 2 %, hace confiar ya al Gobierno en que el grueso de los 71 escaños escoceses permanecerá en sus manos.Los primeros análisis electorales coinciden en señalar que el factor independentista representado por el SNP ha pesado menos en el ánimo de los electores que el conjunto de la legislación en favor de una autonomía restringida que defiende el Gobierno y las esperanzas de prosperidad económica contenidas en el discurso presupuestario del canciller del Exchequer.

El resultado de Glasgow-Garscadden es el segundo (el primero fue el distrito londinense de Ilford-norte) en una serie de indicadores electorales parciales que se sucederán en los próximos dos meses y que darán al primer ministro los datos suficientes para poder llamar a las urnas este año o diferirlo al próximo. El más inmediato test, la semana entrante, se producirá en Lambeth-norte, circunscripción londinense donde casi el 20 % de los electores inscritos son inmigrantes y donde el factor racial está llamado a desempeñar un papel protagonista.

Sólo los conservadores han obtenido en Garscadden un neto incremento de votos sobre los resultados de la elección de 1974. Aunque el partido de la señora Thatcher carece de arraigo en Escocia, su candidato consiguió casi un 19% de las papeletas, contra un 13% en las pasadas elecciones generales. La conclusión relevante del auge tory -el partido ha basado su campaña en una oposición frontal a la autonomía escocesa- es que en Escocia se perfilan ya tres franjas electorales bastante claras: la de los independentistas, clientela del SNP; la de los autonomistas moderados con escasas convicciones nacionalistas, más ambiguos y volátiles que votan por el laborismo, y la de los contrarios a toda fórmula de descentralización, que darán netamente su voto al partido conservador.

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