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Reportaje:

Del censo de Palomeras al parque de Pradolongo y el plan de Orcasitas

Una de las primeras manifestaciones de protesta común, desde los barrios, surge en Madrid en el polígono de San Diego (Vallecas). En 1968 se constituyó la Asociación de Vecinos de Palomeras Bajas, que defendió los intereses de los vecinos ante las repercusiones que se derivaron de la expropiación que pretendió ejecutar la Administración en el citado polígono. La situación afectó a 3.000 familias.

Ejecutar un plan parcial desde la cúspide de la Administración significó erradicar de la zona afectada a quienes, durante largos años, habían convertido solares abandonados en ciudad y terreno revalorizado. Sin tener en cuenta las circunstancias económicas de los habitantes de tales barrios, trabajadores pobladores de chabolas, el plan parcial pretendía dar paso a las grandes inmobiliarias para construir viviendas inaccesibles a esos moradores, que se vieron desarraigados de la comunidad que constituyeron.Esta primera batalla planteada en Palomeras acabó por tener cierto eco en el Ministerio de la Vivienda. Al final, si bien no se lograron todos los objetivos previstos por el vecindario, varios centenares de familias consiguieron una vivienda más habitable en Entrevías y el Cerro del Tío Pío. Pero, previamente, se les exigió algo que, en principio, parecía irrealizable y que, sin embargo, la asociación de vecinos consiguió realizar: un censo sociológico para establecer un criterio de prioridad en la adjudicación de viviendas.

Una obra de esta envergadura, encomendada a una asociación de vecinos, aunque contara con el apoyo de la Administración para computar los datos del censo-encuesta mediante ordenadores, suponía, además de un gran paso en la cogestión vecinal junto a la oficial, una experiencia única hasta entonces. Tres mil familias del polígono de San Diego fueron objeto de este censo, que recogía datos de todo tipo, en el verano de 1971. El movimiento ciudadano puso uno de los más importantes hitos de su historia en Madrid.

No sólo viviendas componen las ciudades.

La insistencia de los barrios periféricos logró que Madrid fuera delimitado por zonas, según la categoría de las calles y, en algún caso, la exención de la tasa de recogida de basuras durante cinco años en función del defectuoso servicio prestado hasta entonces.Algo similar fue lo obtenido respecto a las contribuciones especiales por la pavimentación de las calles. Durante mucho tiempo habían pagado y los barrios marginados carecían de todo menos de barro en invierno y polvo en verano.

Otro frente roto por esta lucha, marcando pautas a seguir, estuvo en dirección a la enseñanza. Las asociaciones de padres de alumnos, la gestación, ordenación y mantenimiento de una escuela de acuerdo con las necesidades reales del barrio, han sido factores en desarrollo que contaron con aciertos básicos y capitales, como el del colegio de Villarrosa (Aluche).

El Ayuntamiento madrileño se vio en la necesidad de crear un nuevo cargo, el de delegado municipal de Relaciones Sociales, ante la necesidad imperiosa de conectar con In vecindario hasta hace muy poco tiempo completamente ignorado.

La política de vivienda se vio igualmente condicionada a compartir sus ideas y actuaciones, cada vez con más detalle, con los representantes de ese movimiento. Y el mismo Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo terminó también por crear la figura del gerente del MOPU para cada una de las concretas actuaciones de dicho departamento gubernamental en un determinado barrio.

Ahora se empiezan a proporcionar alternativas democráticas de actuación en lo referente a zonas verdes. Así, la tradicional política de plantar un remedo de parque o jardín allí donde a alguien de la Administración se le ocurría desde su despacho, se torna, con el proyecto del parque de Pradolongo (detrás de la cornisa del barrio de Usera), en la planificación y ejecución de un parque según los intereses, gusto y necesidades de una zona donde realmente se necesita.

Todos estos ejemplos son algo más que objetivos cumplidos. Su importancia radica, fundamentalmente, en los precedentes legales que representan y en el camino imitable que abren para otras actuaciones.

El plan de Orcasitas o la actuación globalizada

En el conjunto de símbolos que se manejan destaca probablemente como el de mayor trascendencia el Plan General de Orcasitas.Se ha considerado como el plan parcial más democrático de los proyectados en Madrid y ya en vías de ejecución. Gracias a él, los vecinos eligen hasta las baldosas de sus nuevas casas.

Los dos aspectos más destacables son los siguientes: por un lado, este plan ha sentado jurisprudencia, desde el momento en que el Tribunal Supremo falló sentencia a favor de los vecinos sobre un punto muchas veces reivindicado y casi siempre insatisfecho: que todos los habitantes de la zona objeto del plan pudieran quedarse en ella, sin que el coste de las nuevas viviendas o los nuevos locales comerciales fueran causa de la disgregación de la comunidad. Por otro lado, el plan se haría, por primera vez, totalmente elaborado por un equipo de técnicos de una asociación de vecinos, conforme a los gustos y necesidades de los usuarios. De la alta envergadura de este plan habla la cifra de 2.000 millones de pesetas para la construcción de 1.518 viviendas con su correspondiente equipamiento.

Una larga lucha vecinal había hecho posible esto. Dos planes parciales para la meseta de Orcasitas habían sido elaborados por la Administración y los afectados no estaban conformes con ellos. Por fin, para la redacción de un tercer plan, fue aceptada la propuesta de la asociación en cuanto a la participación en el mismo de la actuación vecinal.

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