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Crítica:CONCIERTO EN EL REAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"L'estro armonico", de Vivaldi

Una vez más el departamento de Música de la Universidad Autónoma de Madrid, con su celo habitual, ha organizado un ciclo dedicado a la música barroca, concretamente a Vivaldi, con motivo del supuesto tercer centenario de su nacimiento. Lástima que esta vez la asistencia de los universitarios no haya sido tan masiva como en ocasiones anteriores.Una vez más, L'Estro armonico, de Los Virtuosos de Roma. La op. 3 vivaldiana constituye sin duda una colección genial. Se trata de la primera serie de conciertos publicada por Vivaldi, y su mayor importancia reside en que consolidó el género del concierto veneciano. En efecto, aunque la fecha de su publicación no fue muy temprana (Estienne Roger, 1712), cuando Albinoni había publicado ya dos series de conciertos (op. 2, de 1695, y op. 5, de 1707-1710), L'Estro armonico constituyo un auténtico «boom» editorial, que dio lugar a toda una cadena de colecciones de conciertos venecianos (o al estilo veneciano). Como es sabido, Bach transcribió nada menos que seis conciertos de la op. 3; tres para clave, dos para órgano, y uno para cuatro claves y orquesta. De este modo, L'Estro es, junto a la Op. 6, de Corelli, la obra más influyente en todo el barroco musical europeo. Sin embargo, no por ello es la mejor de las colecciones vivaldianas, y, puesto que no es la primera vez que se la escuchamos a los mismos intérpretes, habría sido preferible la elección de otra serie.

I Virtuosi di Roma es, desde luego, una gran orquesta, fruto de la excelente escuela de cuerda italiana, formada por un grupo de verdaderos solistas, cuyo trabajo, tanto individual como de conjunto, es más que notable. Sin embargo, esta vez se ha verificado la sensación que nos produjo su última visita, y es que el nivel, siendo excelente, no es el de años atrás: el sonido, aunque muy hermoso, no alcanza el grado de equilibrio que nos ha asombrado tantas veces; otro tanto se podría decir del empaste, afinación y virtuosismo, siempre, repito, de nivel muy alto. Sin embargo, creo que esto tiene una causa interna, porque técnica y concepto nunca van separados en música. Y es que las versiones de Vivaldi de los Virtuosi se ha estereotipado ligeramente con los años; así, siendo fundamentalmente la misma, le falta un último grado de frescura, seguramente por eso: porque es la misma versión.

El Vivaldi de los romanos está bien construido, dentro de una concepción. tradicional. Espliquémonos: I Virtuosi di Roma emplea instrumentos y técnica moderna (entendiendo por técnica desde los golpes de arco y el fraseo hasta el tipo de afinación); no utiliza apenas ornamentación, ni casi ninguno de los otros recursos expresivos recuperados por la actual musicología. Por supuesto, tocan con diferenciaciones dinámicas, aunque curiosamente no tantas como las que utilizan en la actualidad muchos de los intérpretes más historicistas (aunque hace unos años era corriente, hoy sólo un estúpido puede defender un Vivaldi sin dinámica, lo que es un hecho comprobado históricamente). Esta es la concepción vivaldiana de Fasano y sus músicos, y es absolutamente respetable. Sin embargo, hay algunos aspectos que no nos acaban de convencer: así, la lentitud de muchos de los tiempos lentos (por ejemplo, el largo del concierto número once es una siciliana, y como tal, su tempo es más ligero), o el convencionalismo de las realizaciones del bajo que se convierte en verdaderamente obligado... Pero lo que quizá echemos más en falta es el carácter improvisatorio, efectista, teatral, tan inherente a esta música. No olvidemos que la genial renovación del concierto veneciano procede directamente de la ópera, y que utiliza muchísimos de sus recursos, desde los formales (como el aria da capo), hasta los expresivos.

Además de los doce conciertos del Estro, se tocaron dos para oboe, de la Op. 8, con la colaboración, sólo discreta, de Renato Zanfini.

Las participaciones solistas de la cuerda fueron todas ellas muy buenas. El éxito de ambas sesiones fue justamente grande, y hubo de prolongarse con el regalo de tres allegros de otros tantos conciertos para cuerda, los preciosos e interesantísimos conciertos de ripieno.

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