Se siguen numerosas pistas para la resolución del crimen de la joven degollada
La investigación policial sobre el caso de María Teresa Gómez Garcia parece encontrarse cerca del completo esclarecimiento. Según los datos obtenidos se ha intentado reconstruir la vida de la joven, de dieciocho años, desde que llegó a Madrid, hace quince meses, para dar a luz a una niña, hasta la noche del 18 de marzo que apareció degollada en una fábrica de la calle Ramírez Arellano.
A las pistas reunidas por la policía se unieron ayer las facilitadas por la Guardia Civil, que en uno de los servicios realizados en la zona de Alcobendas encontró el bolso de la víctima, posiblemente abandonado en la huida por su asesino. En su interior, además de algunas fotos, se encontró una agenda y varias invitaciones para entrar en discotecas de la misma zona.Parece confirmarse que la joven trabajaba en uno de estos locales situado en San Fernando de Henares, y que en la noche del 28 de marzo, pocas horas antes de ser encontrada muerta, fue vista en un local nocturno en compañía de un hombre, probablemente norteamericano, de color, alto, de unos treinta años de edad, con gafas y perilla, con el que se marchó hacia las tres de la mañana.
Fuentes bien informadas manifestaron que el hombre en cuestión había conocido a Mayte Gómez poco tiempo antes. Se espera que, en caso de no ser detenido próximamente, la policía facilite una foto, robot del sospechoso, que se cree ya está realizada por los técnicos.
Llegó a Madrid sin dinero
«Ella empezó a venir hace unos cuarenta días y desde entonces no faltó nunca hasta que la mataron. Era una chica muy agradable, muy abierta, por eso, en seguida, todos los clientes y empleados comenzamos a apreciar a ella y a la niña que era el retrato de su madre», manifestó a EL PAIS un joven sudamericano que conoció a Maite en un bar de la calle Hortaleza y que cuando la policía solicitó a través de la prensa que alguien identificara el cuerpo informó a la policía de la identidad de la muchacha muerta.María Teresa iba a diario, no sólo porque en el citado bar encontrara personas con las que hablar sino que desde hace un mes había dejado allí a su hija para que la cuidaran. La niña, llamada Raquel, nació hace quince meses en un centro del Patronato de Protección a la Mujer, sito en la calle Islas Malaquías, en Peñagrande.
Fue, al parecer, éste el motivo por el que María Teresa o Maite, como quería que la llamaran todos, se trasladó a Madrid desde San Sebastián, donde había vivido toda su vida, a pesar de haber nacido en Barcelona.
«A veces me hablaba de sus padres y de su incomprensión hacia ella y hacia su novio. » Esta incompresión hizo que la joven abandonara su domicilio paterno hace unos meses antes de trasladarse a Madrid. Aquí y sin dinero, al parecer buscó trabajo en alguna cafetería, como lo había hecho en San Sebastián.
Encontró un empleo en un club de los alrededores de la capital y tomó una habitación en un piso de la calle Fuencarral, 116. La propietaria de la vivienda, Piedad Sánchez, de 65 años, cuenta que le alquiló una habitación a través de una senora cuyo nombre es Isabel.
Al parecer la salida de Maite de San Sebastián fue realizada sin tener en cuenta nada. «No tenía un céntimo cuando llegó; incluso me pidió que le dejara diez pesetas para llamar a unas amigas que le iban a prestar dinero hasta que encontrara un trabajo. A mí también me dijo que me pagaría entonces, pero cuando tuvo dinero, a mediados de mes, no lo hizo y cuando yo se lo pedí no tenía nada.»
La última vez que la vimos fue el día 27, lunes y día anterior a que fuera encontrada muerta. Vino a comer sobre las dos y media, después, como siempre, le pidió en vasco un beso a Raquel y nos dijo adiós, también en vasco.»
Entretanto, la policía investiga en el club en donde trabajaba, así como en San Sebastián, donde se ha interrogado a Federico, antiguo novio de Maite y cuyo nombre figuraba en el anillo que llevaba la joven en el momento de morir, y a otra persona de quien se desconoce el nombre, padre de la pequeña.
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