El Congreso americano pone trabas a la ley de Financiación de Organismos Internacionales
A pesar de que el presidente Carter ha prometido aumentar la contribución norteamericana a los organismos internacionales de crédito para ayuda al Tercer Mundo, en el Congreso crece una tendencia aislacionista que puede poner en graves aprietos la política presidencial.
Fuentes del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo expresaron su preocupación por las enmiendas presentadas en el Congreso a la ley de financiación de los organismos internacionales y ante la tendencia de algunos legisladores a reducir los programas de ayuda exterior.El peso de Estados Unidos en estos bancos es decisivo, ya que en ambos contribuye en forma mayoritaria. El Banco Mundial, que dispone de un capital autorizado de 34.000 millones de dólares, recibe de Estados Unidos el 25% de sus fondos. El Banco Interamericano de Desarrollo, el mayor de los bancos regionales, dispone de un capital autorizado de 10.300 millones de dólares, de los que 3.600 millones son de Estados Unidos.
Influyentes miembros del Congreso intentan bloquear el uso de los fondos norteamericanos en la concesión de créditos a países que intentan aumentar sus exportaciones compitiendo en determinadas áreas con Estados Unidos.
Por otra parte, sectores liberales del Congreso quieren introducir. una enmienda que prohíba la concesión de créditos con fondos norteamericanos a países que violen los derechos humanos.
En ambas posiciones parece claro que el Congreso quiere tener un mayor control de la ayuda exterior, que en un 40% se canaliza a través de los bancos internacionales de crédito. Pese a que Estados Unidos mantiene en estas instituciones un poder de voto proporcional a su contribución, el Congreso no puede controlar la política crediticia, que queda en manos del Gobierno.
A fin de tener un mayor control, ciertos sectores del Congreso quieren introducir enmiendas en la aprobación de fondos destinados a estas instituciones en las que se impida, por ejemplo, la concesión de créditos para la producción de azúcar, aceite de palma o cítricos cuya exportación «pueda lesionar a los productores norteamericanos».
Estas enmiendas son inaceptables para el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, ya que crearían un precedente al que podrían acogerse los demás Estados.
El presidente Carter intenta negociar una solución de compromiso prometiendo a los legisladores que en ese tipo de créditos el voto norteamericano será siempre negativo.
Sin embargo, esta promesa no puede condicionarse con una enmienda, ya que los bancos internacionales se verían obligados a rechazar los fondos norteamericanos, lo que pondría en serios problemas sus programas de desarrollo.
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