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"Una sociedad no se transfigura con un voto"

Ayer, un intelectual afín a la mayoría gubernamental, el filósofo Jean Marie Benoist, le expuso a EL PAÍS su análisis de la campaña electoral que ha terminado en Francia, y su visión poselectoral tras los comicios legislativos que, este domingo por la noche, le darán al país vecino una nueva Asamblea Nacional. Hoy, otro intelectual, el filósofo marxista Roger Garaudy, expone sus reflexiones sobre la batalla política que ha culminado con el voto de hoy y sobre sus consecuencias en el futuro. Nuestro corresponsal en París, , mantuvo una conversación con el paladín del diálogo marxistas-cristianos, expulsado hace algunos años del Partido Comunista francés (PCF). Ensayista, ideólogo, novelista, conferenciante, el señor Garaudy fue eliminado del CF por haberse anticipado con sus teorías al proceso de democratización que, lentamente, inició después el partido. Recientemente, el señor Garaudy ha publicado un ensayo político con el título Proyecto, esperanza y la novela ¿Quién dice usted que soy yo?

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'Yo no he votado...'

Pregunta: ¿Es una declaración?Respuesta: Sí, sí. No he votado en estos comicios por dos razones: en primer lugar porque los dos proyectos políticos que se les han ofrecido a los franceses son iguales en definitiva. Quiero decir que los dos se fundan en la misma teoría del crecimiento económico, lo que conduce a la quiebra. En segundo lugar, no he votado porque las cuatro grandes formaciones pólíticas aceptan la defensa nuclear, lo que significa el suicidio para Francia. Resulta completamente ridículo hablar de defensa nacional nuclear frente a la URSS y EEUU. Nunca votaré por un partido que acepte la defensa nuclear.

P. ¿Cómo analiza usted los resultados de la primera vuelta, y cómo prevé el escrutinio definitivo de este domingo?

R. Va a ganar la derecha, probablemente, por un número mínimo de escaños: por diez, por ejemplo, es decir, por los de las circunscripciones transoceánicas que, como se sabe, son el resultado de una comedia electoral. El esertitinio de la primera vuelta no me extrañó. Francia, como en todas las sociedades occidentales, está determinada por la misma ley: una mayoría contra una minoría aproximadamente iguales. Y esto se debe, como ya le he dicho, a la falta de un proyecto político original por una de las dos partes. En efecto, la única diferencia de esos proyectos políticos estriba en la tasa de crecimiento: para unos es el cuatro, para otros el cinco, para otros el seis.

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'Tan comprensivo como el Rey de España'

P. En tal caso, ¿qué tipo de solución económica y política preconizaría usted?R. A mi modo de ver, sería cuestión de fijarse objetivos inmediatos que resolvieran los problemas más acuciantes: el paro obrero, el salario mínimo, la reforma fiscal. Para realizar esta política habría que formar un Gobierno de unión nacional compuesto por especialistas en cada uno de los departamentos ministeriales y por una especie de ministros sin cartera que representasen a todos los partidos políticos. A partir de este momento se fijaría un calendario para alcanzar los objetivos prioritarios ya indicados y, una vez realizados, habría que convocar un referéndum para saber si se disolvía o no la Asamblea Nacional. Naturalmente, ésta sería una fórmula entre otras que pudiesen encontrarse. En realidad, esto es lo que se está haciendo en Italia y en España, aunque la formulación oficial no sea la de Gobierno de unión nacional.

En resumen, aunque la fórmula sea simplista, yo diría que en Francia lo expuesto sería posible si el PCF fuera tan comprensivo como los comunistas españoles, si Valery

Giscard d'Estaing fuera tan comprensivo como el Rey de España, y si no hubiese algunos locos en los otros partidos. En tal caso, Francia saldría del impasse, que es donde se encuentra.

P. Usted conoce perfectamente la naturaleza y el funcionamiento del Partido Comunista francés, ¿cómo analiza la feroz ofensiva desencadenada por el PCF contra los socialistas?

R. Es una guerrilla de rebotica. Se debe a que los comunistas quieren ser los primeros. No hay que olvidar que, desde 1945, por primera vez el PS es superior a los comunistas. Cada partido quiere ser el más fuerte y, esto, en la oposición como en la mayoría. En vez de dedicarse a resolver los problemas de Francia, cada partido va a lo suyo.

P. ¿No cree usted que la acusación principal de los comunistas, el giro a la derecha de los socialistas, responde en cierta medida a la realidad?

R. No hay pruebas, en mi opinión. Esto responde a reflejos del pasado. Por razones diferentes, los políticos de los cuatro grandes partidos franceses continúan razonando igual que hace treinta años.

P. ¿Estima usted realizable el proyecto giscardiano, es decir, la consolidación de la Unión por la Democracia Francesa (UDF) como una fuerza política de centro izquierda que reduciría la fuerza del gaullismo y atraería a una parte de los socialistas?

R. Es un proyecto político como los demás, determinado por el «cada uno para sí» contra los otros.

P. Volviendo al PCF: ¿Piensa usted que los comunistas han cambiado de estrategia, es decir, que ya no les interesa la Unión de la Izquierda?

R. No existen índices que permitan prever este cambio. Lo que existe realmente es una valoración errónea de la situación en Francia por parte del PCF. Por ejemplo, cuando Marchais se presenta como el único representante de la clase obrera olvida que, en el mejor de los casos, por el Partido Comunista sólo vota una tercera parte de los obreros. Naturalmente, cuando se evidencia este hecho, Marchais puede decir que esa tercera parte es la que tiene conciencia política, es decir, todos los demás son inconscientes y, en consecuencia, no se cuenta con ellos, no se les consulta. Por esta imisma razón pasó lo que pasó en la URSS.

'Vosotros votáis'

P. Hay quien adelanta el final de la carrera política de Mitterrand en caso del fracaso posible en estas elecciones. ¿Cree usted que ocurrirá otro tanto con el señor Marchais?R. En todo caso, yo lo deseo así. Por lo que se refiere a Mitterrand, todo lo que ha dicho y, en definitiva, la significación dudosa de su porvenir está resumido en el cartel electoral que durante la campaña ha cubierto los muros de Francia con su fotografía y con la leyenda «la victoria, votando». Es decir, Mitterrand, como los demás líderes de todos los partidos políticos, viene a pedirlos mismo: «Vosotros votáis y nosotros haremos lo demás».

P. Señor Garaudy, ¿puede decirse que está usted poniendo en entredicho la democracia formal fundada en la competencia de los partidos políticos?

R. Ni más ni menos. Este sistema es el que ha permitido a Marchais saldar los principios marxistas: la quiebra del PCF es la quiebra de Marchais.

P. Sin embargo, se ha repetido que este voto es histórico porque entrañaba la posibilidad de una mayoría de izquierdas.

R. Un voto no es nunca histórico, porque una sociedad no se transfigura con un voto. Cuando el PCF dice esto indica que ha degenerado. El porvenir empezará en Francia el día que algunos hombres, aunque sean pocos, cojan en sus manos los problemas y los solucionen. Y, en este sentido, pienso que la decepción producida por estas elecciones será positiva. Creo que muchos franceses, desencantados, van a tomar conciencia de que los problemas no se solucionarán con la delegación de poder y con la afienación de poder, es decir, como ya he referido: «Votad por nosotros, que ya haremos el resto». Mis conciudadanos espero tomarán conciencia de que ni los hombres providenciales ni los partidos pueden resolver los problemas. Sólo a partir de esta toma de conciencia empezará el porvenir.

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