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La Audiencia regional de Valencia condena a muerte a cinco jóvenes

La Sala Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia ha dictado sentencia de cinco penas de muerte contra los autores de la muerte de María Luz Divina Peláez, camarera de la «whisquería» Don Cicuta de esta ciudad, ocurrida el 17 de mayo de 1976. En el apartado correspondiente al cumplimiento de la pena se expresa que los reos se verán beneficiados por el indulto del 14 de marzo de 1977.

Asimismo, el tribunal, en uso de sus facultades, señala que cabe la aplicación del artículo 2.º del Código Penal, en el sentido de que «la pena de muerte excesivamente rigurosa, aun cuando legalmente procedente», por lo que treinta años de reclusión podrían recuperar eficazmente para la sociedad a los condenados, extremo que procede elevar al Gobierno para que lo tome en consideración. Para ello se hace referencia a las circunstancias personales de los condenados, de edades comprendidas entre los veinte y veintidós años, y otras como la valoración de que no existiera dolo directo.La sentencia señala también la existencia de un delito de robo con homicidio y delito de robo y uso de vehículo de motor ajeno, utilizado para el desplazamiento al club, en los que además concurren circunstancias de multirreincidencia y cuadrilla en los cinco sentenciados. En relación al segundo hecho se les impone a cada uno la pena de dos años de presidio menor.

José María Parreño, Manuel Delgado, Amalio Rubio, Francisco Javier Pérez y Pedro Hilario, después de cenar el día de autos, decidieron ir a una «whisquería» para robar el dinero de la caja. A continuación retiraron varias escopetas que tenían guardadas en un punto del viejo cauce del Turia y se trasladaron con el coche robado hacia los poblados marítimos de El Grao. En el camino entraron en el club Don Cicuta, en donde Manuel Delgado disparó dos tiros sin que los componentes del grupo se apercibieran del gravísimo estado de María Luz Divina. A continuación se desplazaron al pueblo de Chirivella, en donde se repartieron 21.000 pesetas que habían sustraído de la caja. José María Parreño, según la defensa, procuró impedir la realización de los hechos, pero fue intimidado. Después de cometido el asesinato se presentó a la policía.

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