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"Ataco al Partido Socialista porque engaña a los franceses"

EL PAÍS: ¿Admite usted las cuatro tendencias políticas definidas recientemente por el presidente de la República y; más concretamente, las dos de la mayoría, gaullistas y giscardianos? -Jacques Chirac: La mayoría es diversa, el presidente de la República lo ha dicho y yo comparto esta opinión. ¿Hay en su seno dos, cuatro, seis tendencias? No voy a contarlas. ¿Cree usted que incluso nosotros, los gaullistas, somos uniformes? Lo importante es poseer una capacidad de unión que permita la expresión de todas las sensibilidades.

EL PAÍS: Sus adversarios de la oposición, de igual manera que muchos líderes de la tendencia giscardiana de la mayoría le definen a usted como el hombre de derecha duro, autoritario, incluso inquietante. Esta imagen suya se ha extendido en Francia y en el extranjero, aunque usted la rechaza sistemáticamente. ¿Por qué?

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J. Ch.: Es una historia vieja y me asombra que aún se escuche. El general De Gaulle, en su época, fue acusado en varias ocasiones de ser un hombre de derechas. Hoy, sin embargo, compruebo que todo el mundo se dice partidario de su obra y si el general no llevó más lejos la trasformación de Francia que él deseaba fue por culpa de los que, hoy, colocan al RPR a la derecha.

EL PAÍS: ¿Qué significación le concede usted a la Unión por la Democracia Francesa -UDF- creada por los tres partidos no gaullistas de la mayoría?

J. Ch.: A la UDF no le concedo ninguna significación particular. Algunos promotores de esta Unión por la Democracia Francesa desearían, quizá, fabricar una máquina que redujese el espacio del RPR en el seno de la mayoría actual.

Si así lo han pensado, lo siento, y de todas maneras estos cálculos les perjudicarán más que lo contrario.

EL PAÍS: Usted, como la mayor parte de los hombres políticos de la mayoría, repite que la victoria de la oposición de izquierdas en las legislativas conduciría a Francia al colectivismo y esto lo han repetido ustedes cada vez que se han celebrado elecciones, de diez años a esta parte sobre todo, pero a pesar de esta perspectiva colectivista, que Francia rechazaría también, la mitad de los franceses persisten y votan en cada ocasión por la izquierda. ¿Cómo explica usted este fenómeno?

J. Ch.: Es cierto que los franceses no quieren cambiar de sociedad y, sin embargo, muchos votan por quienes les proponen el referido cambio. Esta contradicción no es más que aparente. En realidad, los franceses no creen que un gobierno de socialistas y comunistas les conduciría a una sociedad colectivista. Para algunos, la imagen de la izquierda continúa siendo humana y generosa, para otros se identifica únicamente a una reacción de descontento. Pero usted puede darse cuenta también de que, hace veinte años, en el último momento, surje un número suficiente de franceses que adquiere conciencia de que con los socialistas y los comunistas no satisfarían sus aspiraciones.

EL PAÍS: En esta campaña actual, usted da la impresión de atacar mucho más a los socialistas que a los comunistas: ¿Podría pensarse que, de esta manera ataca usted la posibilidad de una eventual coalición pos electoral de centro-izquierda, que sería más potente que el gaullismo en la mayoría?

J. Ch.: Para que yo atacase la posibilidad de semejante coalición sería necesario que yo creyera en ella. Y yo no creo en ella por una razón simple: porque el centro-izquierda no existe. Sin embargo, yo sé que algunos evocan la hipótesis de un compromiso entre el partido socialista y algunas formaciones de la actual mayoría. Esto me parece totalmente irreal, salvo que ignoren la realidad del partido socialista actual y la naturaleza de sus eventuales compañeros en semejante combinación. Dicha eventualidad no es más que el recuerdo de un pasado totalmente superado. Si yo ataco al partido socialista, es porque engaña a los franceses practicando un doble juego: para unos, juega la carta de la alianza con el Partido Comunista y, para otros, la baza de la resistencia al Partido Comunista. Este equívoco es peligroso y hay que disiparlo por el interés de los franceses.

EL PAÍS: A la vista de las querellas que enfrenta a las dos tendencias de la mayoría, como las que dividen a comunistas y socialistas, y teniendo en cuenta que la victoria en las próximas elecciones, de la mayoría o de la oposición, será pírrica, se habla con frecuencia de una Francia difícilmente gobernable: ¿Piensa usted de igual manera y, en caso positivo, fue por esto por lo que el otro día habló usted del «recurso» gaullista naturalmente?

J. Ch.: Francia es siempre difícil de gobernar. Pero las dificultades serán muy diferentes, tanto por su gravedad como por su profundidad, según que la mayoría actual gane o pierda. En el primer caso, las dificultades podrán superarse, pero el futuro Gobierno no lo conseguirá si su política no cuenta con el apoyo del RPR. En el segundo caso, las dificultades serán insusperables y, en tal situación de crisis, el presidente de la República encontrará en el RPR el sostén popular y la fuerza resuelta que necesitará para defender las instituciones y salvaguardar el interés nacional.

En las horas difíciles, los gaullistas han sido siempre, y continuarán siéndolo, el recurso del pueblo francés.

EL PAÍS: ¿Cómo prevé usted el porvenir de esta Francia dividida en cuatro, tanto si ganase la mayoría, como si la victoria fuese para la oposición?

J. Ch.: Esta división es artificial, no corresponde a las realidades cotidianas. Francia no vive bajo un régimen de partidos en el que la competición permanente por el poder relega la preocupación por el interés nacional. Francia caería si ganase la coalición entre socialistas y comunistas. Pero si ganase la mayoría, el futuro Gobierno realizará una política en función de los intereses de Francia y de los franceses. Esto exige una concertación permanente que asocie lo más ampliamente posible, tanto a los parlamentarios, como a los representantes de las categorías socioprofesionales.

EL PAÍS: Su actitud, muy reticente, respecto a la entrada de España en la CEE, ¿cree que podrá ser afectada por la celebración de las elecciones legislativas?

J. Ch.: Mi actitud respecto a la entrada de España en la Comunidad Europea no fue dictada por preocupaciones electorales, sino por lo que considero es el interés de Francia. En consecuencia, las elecciones no cambiarán nada. Lo único que espero es que el futuro Gobierno, liberado de las incertidumbres política y económica creadas por la época electoral, se encuentre en mejores condiciones para conducir las negociaciones previas a la ampliación del Mercado Común.

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