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La FERE, decidida a promover la participación democrática en sus colegios

La participación en la gestión de los centros de todos los estamentos que constituyen la comunidad educativa ha sido el tema más importante de la asamblea general de la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (FERE), que ha tenido lugar en Madrid durante el pasado fin de semana.Esta participación es contemplada por la FERE bajo la condición de que «se respete el proyecto educativo cristiano y tenga la entidad titular la última palabra mientras ostente la última responsabilidad».

En un documento facilitado a los informadores en el curso de una rueda de prensa celebrada ayer y en el que se apuntan las líneas concretas de participación en la escuela católica, se señala que para que se produzca una democratización, tanto en lo administrativo como en lo pedagógico, previamente habrá de producirse una democratización externa, lo que implica una generalización de la enseñanza a través de una verdadera igualdad de oportunidades.

Los portavoces de la FERE en la rueda informativa explicaron que la idea de la participación la entendían como un proceso progresivo, dado que, como se indica en el mencionado documento, en estos momentos no es posible la autogestión en todos los centros, y que, en todo caso, el estatuto jurídico de centros que en su momento promulgará el Ministerio de Educación será el marco de referencia para todas las actuaciones.

Uno de los terrenos en los que de manera más inmediata habrá de explicitarse esa participación de padres, profesores y alumnos (estos últimos en los niveles de enseñanza en que su madurez lo permite) será el de la redacción o elaboración del ideario y proyecto educativo del centro.

A este respecto EL PAÍS quiso saber si no podría darse el caso de que determinados profesores que no asumieran el ideario de un centro pudieran perder su puesto de trabajo. El padre Laureano Suárez, presidente de la FERE, señaló que si bien para el futuro lo ideal sería que todos los profesores que entrasen en un centro católico asumiesen su ideario, es evidente que en estos momentos pueden darse esos casos de no aceptación; pero que en modo alguno esto tenía que traducirse en expulsiones. Matizó que en el momento actual lo que sí se podía y se debía pedir a todos los profesores que se encontrasen en ese hipotético caso es que al menos adoptasen una actitud de respeto hacia el ideario aun cuando no lo aceptasen.

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