"El anteproyecto constucional es más que aceptable
EL PAÍS: A la vista del programa, algunas personas han comentado que los invitados al debate eran en su mayoría representantes de sectores de la Oposición.Carlos Ollero: Deseo aclarar que han sido invitadas las personas que se consideraban más adecuadas por su competencia, sin entrar a considerar los partidos políticos a los que pertenecen. No se ha buscado una rigurosa proporcionalidad de los partidos. Como dato significativo le diré que entre los ponentes figuran catorce no afiliados a ningún partido y que están representados todos los grupos parlamentarios que actúan en las Cámaras. Además, debe entender se que las personas invitadas al debate no actuarán como representantes de los partidos sino que expresarán su propia opinión personal.
EL PAÍS: Las intervenciones de los ponentes se limitarán, según el programa, a quince minutos. ¿No le parece poco tiempo?
C. O.: Los problemas de organización a que me he referido antes se acentuaron por el hecho de estar aprisionados por dos fechas: la publicación del anteproyecto de la Constitución y la iniciación de los debates de la comisión. Para que el debate no coincidiera con el comienzo de la actividad parlamentaria ha habido que concentrar en cinco días el tratamiento de todos los temas. Esto supondrá un esfuerzo suplementario para todos los que intervendrán en el mismo, esfuerzo que espero será comprendido y valorado.
EL PAÍS: ¿Cuál es el objetivo fundamental del debate?
C. O.: No pretendemos ofrecer una aportación rigurosamente técnica ni tampoco exclusivamente política. Creemos que uno de los aciertos de los organizadores -y uno de los atractivos del debate- es haber conjugado ambos sectores. El propósito es contribuir a que la opinión pública tome conciencia de la importancia de la tarea histórica de elaborar una Constitución en los momentos actuales. Al mismo tiempo se pretende ofrecer a los parlamentarios y partidos un material que puede ser útil a su labor.
EL PAÍS: Algunos partidos han expresado ya su temor a que especialistas y técnicos en derecho constitucional intervengan en la elaboración de la Constitución española, que debe ser obra exclusiva, dicen, de los propios parlamentarios, como representantes del pueblo. ¿No temen que este debate pueda interpretarse como una coacción por parte de esos especialistas y técnicos hacia los partidos políticos?
C. O.: Interesa dejar constancia de que este tipo de trabajos -el debate que hemos organizado- no tiene el menor sentido competitivo respecto a los parlamentarios propiamente dichos. Por lo pronto, la mitad de las personas que intervienen en el debate como ponentes o como moderadores son diputados o senadores. Ya le he dicho además que nos hemos propuesto finalizar los trabajos antes de que den comienzo los debates de la comisión constitucional del Congreso. Por otra parte, están predominando en nuestro país saludables criterios de comunicación entre el Parlamento y el país para construir una democracia viva. Creo que la celebración de debates como este colaboran a ese entendimiento de los componentes democráticos de nuestra sociedad. Por lo demás, en momentos análogos y en otros países se ha dado relevancia formal a asesores y especialistas que colaboraron en la redacción de otros textos fundamentales.
EL PAÍS: El anteproyecto elaborado por la ponencia constitucional ha sido objeto de muy variadas críticas. ¿Puede considerarse este debate como una crítica sistematizada de dicho anteproyecto?
C. O.: Los organizadores no hemos tenido el propósito de buscar un enfrentamiento con el texto constitucional ni con la ponencia que lo ha redactado. Creo que entre las personas que van a intervenir pre domina el criterio de que el anteproyecto constitucional es, en sus líneas generales, más que aceptable. Sobre esa creencia que yo entiendo generalizada, los debates quizá sirvan para ampliar y robustecer el consenso social sobre dicho texto.
EL PAÍS: Como senador de designación real, ¿qué opinión le merece personalmente el anteproyecto?
C. O.: He oído críticas en el sentido de que la Constitución es demasiado declarativa y que en muchos de sus puntos existen ambigüedades y contradicciones. Creo que las características del proceso político constituyente español hacen aconsejable ese contenido declarativo y una gran flexibilidad. Lo importante es que el contenido declarativo no caiga en la utopía y que la flexibilidad de los principios no suponga ambigüedad. No creo que, el anteproyecto constitucional, aunque perfectible, caiga en esos excesos. Después de cuarenta años de pragmatismo y de formulaciones retóricas estimo que quizá tenga hasta un cierto valor formativo el que el español se habitúe al tratamiento de principios auténticos y bien formulados.
EL PAÍS: Parece, a la vista de las 1.133 enmiendas presentadas, que los debates constitucionales se prolongarán durante bastante tiempo. ¿A su juicio, el Parlamento está tardando demasiado tiempo en elaborar la Constitución?
C. O.: Creo que realmente conviene que exista cuanto antes una Constitución que ordene y oriente la vida social, política y económica, pero entiendo que cumplirá mejor su función ordenadora cuanto más cuidado se ponga en que resulte lo menos imperfecta posible. Pienso que las posibles conveniencias estratégicas de los partidos no deben anteponerse a la necesidad nacional de poseer una Constitución de esas características.
'No existe sentido competitivo'
'No caer en la utopía'
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