Protesta oficial norteamericana contra los asentamientos judíos
El primer ministro de Israel, que ayer regresó de Suiza, se entrevistará hoy con el embajador de Estados Unidos en Jerusalén, Samuel Lewis. El embajador norteamericano ha recibido del presidente Jimmy Carter el encargo de transmitir al premier israelí la protesta de Washington por la continuación de la política de colonización judía en los territorios ocupados, una política que es «contraria a los compromisos adoptados por Israel y entorpece considerablemente el proceso de paz», según la Casa Blanca.El presidente norteamericano ha reiterado que la implantación de nuevas colonias en los territorios ocupados es ilegal y constituye un obstáculo en el camino de la paz. Begin responde a esto que el establecimiento de nuevas colonias ni es un obstáculo para la paz, ni entorpece las conversaciones.
Pero, mientras prosigue este duelo verbal, Israel continúa tranquilamente su política de colonización en los territorios ocupados: veinte colonos se establecerán en los próximos días en Haris, Cisjordania. En total, unas trescientas familias se preparan para colonizar tres localidades situadas en la parte norte de Cisjordania, la Samaria bíblica.
Para salvar las apariencias, estos colonos serán alojados «en el recinto de campamentos militares». Pero cuando no existen esos campamentos en las cercanías la postura israelí es ésta: «Nada nos impide crearlos allí donde lo consideremos necesario.» Esto ha declarado recientemente el ministro de Asuntos Exteriores, Moshe Dayan.
Por otro lado, veintiséis familias de nuevos inmigrantes judíos se preparan a crear dos nuevas comunidades agrícolas en la región de Rafiah, en el norte del Sinaí, que según el plan de paz de Begin debe volver a la soberanía egipcia. Estos nuevos colonos, que afirman no creer en las posibilidades de paz, ni en la perspectiva de las negociaciones con El Cairo, mantienen la convicción de que en cualquier caso la región «permanecerá siendo parte integrante del Estado de Israel».
Entretanto, ha trascendido en Jerusalén que el presidente egipcio, Anuar el Sadat, ha causado una gran impresión a los doce dirigentes judíos norteamericanos con quienes se entrevistó durante su estancia en Washington. Se mostraron desconcertados y poco tuvieron que replicar a la tesis del presidente Sadat cuando éste acusó a Begin de «falta de sinceridad» al proponer «devolver» todo el Sinaí a Egipto, mientras intenta, por otro lado, «conservar partes del territorio egipcio para continuar en ellas la política de colonización, protegida por las fuerzas armadas israelíes».
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