La hemodiálisis, una necesidad no planificada
Varios miles de personas llegar cada año a una grave situación de insuficiencia renal que sólo tiene dos salidas: la diálisis o el trasplante de riñón. Este último, cuando se consigue con éxito, libera a enfermo de sus padecimientos. Pero no siempre ello es posible, debiendo entonces recurrirse a la hemodiálisis.La diálisis consiste en sesiones de purificación de la sangre fuera del cuerpo, mediante su circulación a través del riñón artificial. Pero sucede que el número de riñones artificiales es insuficiente, aunque a tenor de lo que aseguran los especialistas no se conocen exactamente las posibilidades existentes, ya que es la ausencia de una planificación racional a gran escala de la hemodiálisis la que impide conocer la realidad de los hechos. Lo cierto es que, como consecuencia, esa falta de planificación es la verdadera causa de que muchos enfermos se hallen condenados a morir por ausencia de tratamiento de hemodiálisis.
El tratamiento con riñón artificial es muy costoso. Los precios de cada sesión oscilan entre las 6.000 pesetas y las 14.500. ¿Cuál es la razón de estas graves diferencias? ¿Es cierto, como recientemente se leía en alguna publicación, que «el desarrollo de un programa de diálisis supone unos gastos que no pueden afrontar los centros clínicos más que con un carácter muy restringido porque supone la utilización de unos materiales muy caros, la existencia de instalaciones costosas y el mantenimiento de un personal numeroso durante todo el año para atender solamente a una docena de enfermos que tendrán que dializarse ya durante toda la vida»? Numerosos profesionales del sector no lo creen así, opinando que una planificación racional de la hemodiálisis podría abaratar considerablemente los costos.
«Si bien es cierto que el tratamiento por hemodiálisis cuesta un millón y medio de pesetas por enfermo y año -declaran a EL PAÍS portavoces de un amplio movimiento que aboga por la planificación estatal de la hemodiálisis-, es falso que el gran obstáculo para el desarrollo de un programa de dialización a gran escala sea que no existan los aparatos suficientes ni equipos encargados de su cuidado. Esos profesionales existen, pero el negocio montado en tomo a la hemodiálisis en centros privados es uno de los verdaderos obstáculos a la generalización del método.»
Una asamblea recientemente celebrada ha denunciado esta situación de ausencia de planificación estatal y empleo abusivo de los riñones artificiales privados, en lo que se refiere a los precios que se cobran por esta necesidad perentoria. Los estudios realizados por estas comisiones de estudio integradas por profesionales revelan que los tres tipos de diálisis existentes (las realizadas en hospitales, las realizadas en unidades satélites y la diálisis domiciliaria) tienen muy diferentes costes.
Mientras en los hospitales la sesión de hemodiálisis tiene un precio que oscila entre las 7.500 pesetas y las 10.500, en las unidades satélites creadas al efecto -se trata de centros dependientes de los hospitales- la media desciende a un precio comprendido entre las 6.500 y las 7.500 pesetas y en los propios domicilios, cuando personal familiar llega a conocer la mecánica del proceso, el costo puede descender a las 6. 100 pesetas por sesión.
La Seguridad Social es el organismo que paga siempre este tratamiento financiando los costos, pero «es muy diferente -opinan los promotores de las investigaciones- pagar 6.000 pesetas por sesión que estar financiando negocios privados».
Por otra parte, los responsables de esas iniciativas privadas justifican sus precios de las más variadas formas, amenazando veladamente con el caos en la hemodiálisis en el caso de suprimirse la iniciativa privada.
Lo que propugnan los promotores del Plan Nacional de Hemodiálisis es la «necesidad de que la Seguridad Social y la Sociedad Española de Nefrología hagan un estudio exhaustivo en orden a averiguar el número actual de enfermos en tratamiento». La racionalización del problema contribuiría a un adecuado empleo de las tres modalidades de hemodiálisis. La practicada en hospitales es limitada por razones obvias. La realizada en centros satélites se basa en grupos de pacientes que se dializan en un centro dependiente de un hospital, atendido por médicos que no perciben ingresos especiales; puesto que la actividad forma parte de su trabajo en el hospital y la realizada en casa evita desplazamientos innecesarios y abarata al máximo los costos. Se da la circunstancia de que mientras en los demás países de Europa, frente a 22.177 pacientes en hemodiálisis en hospital existen más de 5.000 pacientes en hemodiálisis en domicilio, en España, frente a 1.170 casos en hospital. La racionalidad y la planificación del problema en los países donde existe un plan nacional ha conducido al abaratamiento.
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