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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Las pelotaris

La señora López, Milagros de Diego, Amanda Delgado, Carmen León, Ana Hernández, veteranas pelotaris del Frontón Madrid, paulovas cubistas de la raqueta y la cesta en los años treinta, son hoy carne de Magistratura, mujeres maduras a las que la empresa quiere poner en la calle porque quizá ya no llevan personal como lo llevaban a ese espectáculo cruzado de olimpiada y variatés que es el frontón.Y mientras esto pasa, me llaman las de la Federación de Organizaciones Feministas, me regalan un calendario de Forges y hablamos de los derechos de la mujer y la nueva manera que tiene la ley de contemplar el adulterio: como escándalo público susceptible de ser denunciado por la portera. Hemos salido de la dictadura de las marquesas franquistas que censuraban la tele por teléfono para caer en la dictadura de las porteras.

Las pelotaris, ya digo, pertenecen a un mundo de apuestas y hombres solos, a un mundo retrospectivo y un erotismo que está dentro Atano I, II o por donde vaya la dinastía, y la Chelito. Entrecruce de la Chelito y Atano, sí, la pelotari fue otra forma de pionera feminista, de mujer emancipada, y con esto les arguyo a mis queridas feministas de hoy, dado como soy a ejemplificar o ejemplarizar con las variantes morbosas de la libertad. Muy cerca de la arquitectura racional de los frontones, parientes del Viaducto y del desaparecido mercado de Olavide, arquitectura tan defendida por Chueca (enhorabuena por el nuevo empleo), muy cerca, ya digo, de ese mundo madrileño y ultraísta de los años treinta, se posa y despega del aeroplano de Iberia de 1928, que hace el vuelo Barcelona/ Madrid sin moverse del sitio y a mí me parece más seguro que los del puente aéreo. Al frontón iban los falangistas de José Antonio Primo de Rivera y los republicanos de Azaña a hacer un primer ensayo de guerra civil de tertulia a tertulia, mientras Amanda Delgado, Paulova picassiana de la pelota (hoy con cincuenta años de pelotas) remataba de saque al aire de su vuelo y el vuelo de su faldellín, que mostraba el muslo cúbico para lujuria de Fernand Leger.

Justo al lado según se cruza, en el café de Recoletos, estaban Gerardo Diego, el ahora retornado Juan Larrea y el chileno Vicente Huidobro haciendo poemas creacionistas mientras el aeroplano de Iberia -ése que se exhibe en Colón- les rasaba por encima de las cervezas y, como cuenta otro vanguardista de la época, hasta los ministros levantaban la cabeza cuando pasaba un avión, para decir:

-Qué alto va.

Había como una ingenuidad de época. Medio don Ramón del Valle-Inclán paseaba ese tranco de la Castellana mientras el otro medio se había quedado en casa escribiendo Las galas del difunto para que Collado y la Goyanes se lo estrenasen cincuenta años después, o sea que le corría prisa terminarlo. Frente por frente de donde estaba el Recoletos, está hoy la Mariblanca, feminista del XVIII, emancipada de la Ilustración, moza de cántaro y Flora Tristán de la Puerta del Sol, a la que el alcalde Arias Navarro devolvió a la luz de Madrid, y hay que agradecérselo. Pero ha corrido la noticia falsa de que los gamberros de fin de año democrático mutilaron a la Mariblanca, lo que bien justificaría la vuelta de Arias a la tele para leernos el testamento de Franco, ya que al Senado no quiere ir a leernos lo del Sahara.

De la Mariblanca a las feministas con tejanos de pana que me hablaban ayer, toda la lucha de la española contra un Código napoleónico que el emperador hizo sólo por fastidiar a Josefina, y de por medio las pelotaris del Frontón Madrid, blancas y musculadas, amazonas de Braque, viejas chicas de otra época, a las que ahora la empresa pone en la calle, o impide trabajar, contra el fallo de Magistratura, y a las que yo creo que se les debe una elegía como la que Alberti hiciera al guardameta Platko, por aquellos años, más que un expediente favorable. Había nacido la generación poética de Góngora, Primo de Rivera, pero nadie contaba con Franquito, como le decía entonces el Rey, y que estaba en Larache haciendo la instrucción y escribiendo postales bien elegidas, con la letra cruzada, a aquella primera novia tan parecida a la segunda como Girón a García Carrés. Les digo a mis feministas que estoy con ellas en el rollo, pero la emoción y el verso se me van a las pelotaris retrospectivas, musas del. ayer cubista, víctimas de hoy, con el agujero redondo de una pelota asesina en el hueco del corazón.

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