Tarancón: "La renuncia de la Iglesia al poder político no es una táctica"
La apostura de la Iglesia española de renunciar a la utilización del poder político como instrumento de evangelización no obedece a motivos circunstanciales, ni es una táctica, afirma el cardenal Tarancón en su segunda carta cristiana sobre la Iglesia y el poder, que publica el semanario de la diócesis de Madrid-Alcalá, Iglesia en Madrid.
El cardenal Tarancón justifica que en el pasado la Iglesia haya intentado la conquista del poder político para poder actuar libremente, tanto porque no pocas veces este poder político ha dificultado e incluso imposibilitado la acción de la Iglesia, como porque ha sido este mismo poder político el que, por el contrario, ha buscado, en otras ocasiones, la alianza con la Iglesia por la fuerza moral que ésta representa.Esta situación fue abordada por el Concilio Vaticano II, dice el cardenal Tarancón, en un contexto histórico más favorable al fomento de la responsabilidad del hombre en el plano de lo temporal. El Concilio, con una sinceridad y honradez no demasiado frecuentes en las instituciones humanas, quiso fijar claramente la postura de la Iglesia, afirmando: «La Iglesia no pone su esperanza en privilegios dados por el poder civil.»
«Los obispos españoles -declara el cardenal Tarancón- no hemos hecho otra cosa que recoger esa doctrina del Concilio y aplicarla a la realidad de nuestro pueblo. Convencidos de que el mejor servicio que podíamos prestar a la Iglesia y al pueblo español era precisamente, éste: manifestar clara y públicamente que queríamos permanecer ajenos a todas las vicisitudes de la lucha por el poder; y reconocer la libertad de los cristianos para que se enfrenten con los problemas temporales bajo su personal responsabilidad, según los dictados de su propia conciencia.»
El cardenal de Madrid niega que esta postura sea una táctica y encubra otras intenciones. «Precisamente porque en España, por la fuerza de la historia y por la praxis de los últimos años, eran muchos los que pretendían mantener la postura anterior, hemos creído necesario y urgente dar esa prueba de sinceridad y honradez, aunque, de momento, podía ser mal entendida por unos y otros. »
La Iglesia española, finaliza el cardenal Tarancón, orará siempre por sus gobernantes y colaborará honradamente con ellos en todo lo que bien al bien del pueblo y al honor de la Patria.
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