Más reventa en "La guerra de las galaxias"

El pasado domingo, 1 de enero, me encontraba a las 12.30 ante una taquilla del cine Roxy-B con intención de adquirir localidades para la sesión de la tarde de la película La guerra de las galaxias. En la ventanilla, y en sitio bien visible, aparecía un rótulo anunciando: «No hay localidades para la sesión de la tarde.» Mientras decidía qué hacer, se acercó un individuo que, después de hablar brevemente con la taquillera, recibió de ésta un lote de unas cien localidades. Esperé unos minutos y en la puerta del cine observé como ofrecía las mismas localidades en reventa a otras personas que, como yo, dudaban. A continuación me acerqué para averiguar el precio y me pidió 250 pesetas por localidades que en taquilla estaban señaladas a 125 pesetas. Como entonces me dirigiera a la empleada que había «facilitado» toda la operación, para pedir explicaciones, el mencionado individuo-revendedor acudió inmediatamente, increpándome amenazándome con la ayuda del resto de los que, como él, se dedicaban al «negocio» —unas cinco o seis personas en total—, por lo que, apabullado, sin localidades y como pude, opté por abandonar el lugar, ya que el asunto no merecía mayores riesgos.

Evidentemente, si ante este lucrativo negocio de la «reventa» —por otro lado tan fácil de liquidar de proponérselo las autoridades responsables— el ciudadano se encuentra tan indefenso y a merced de un puñado de «listillos» sin escrúpulos, ¿qué es lo que no sucederá ante situaciones más trascendentes y delicadas como pueden ser los alimentos, la vivienda o la salud?