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Un niño muerto y otro herido muy grave en el icendio de una chabola

Un niño de dos años y medio, Francisco Manuel Ortiz, falleció ayer carbonizado en el incendio de una pequeña caseta de obreros en donde hace siete meses se instaló su familia ante la falta de vivienda. El más pequeño de los hermanos, José Luis, de dieciocho meses de edad, también sufrió quemaduras de extrema gravedad en tanto que sólo lograba escapar el mayor de los hermanos, de tres años.

Los niños se encontraban solos cuando comenzaron a arder algunas de las ropas que poseía la familia, al parecer, por hallarse cercanas a una estufa de gas que estaba encendida. Según denunció la Asociación de Vecinos de San Cristóbal de los Ángeles, barriada donde ocurrió el desastre, la familia había pedido varias veces un piso al Ministerio de la Vivienda del que no habían recibido ninguna respuesta.«Yo realmente no sé que ha pasado, estaba trabajando. Quizá la estufa de gas, no sé», fue lo único que el padre de los niños, Francisco Ortiz Peña, pudo manifestar a un redactor horas después del incendio que se declaró sobre las 10.20 de la mañana. Sobre el accidente, los vecinos informaron que se dieron cuenta cuando comenzó a salir humo de la caseta. «Bajé corriendo pero ya habían llegado los bomberos y sacaban el cuerpo del niño. De sus hermanos sólo oí que la niña estaba bien y que al pequeño se lo habían llevado en un coche a un hospital.»

Según pudo saber EL PAÍS, minutos antes del incendio, la madre dejó a sus hijos para ir con una garrafa a por agua a un bar cercano. La caseta, desprovista de agua y electricidad, era ocupada por la familia desde finales del mes de julio, después de que el barrio celebrara sus fiestas populares. «La caseta fue instalada aquí, en lo que nosotros llamamos la plaza de la feria, para poner a varios bloques las tuberías de agua. Cuando acabaron las fiestas esta familia se metió dentro y hasta hoy, que ha ocurrido esto.»

Al parecer la razón de que sólo pudiera salvarse la niña se debió a la edad del bebé y a que la criatura muerta padecía de una enfermedad en la columna vertebral por la que no podía andar, aparte de padecer cierta deficiencia mental como el resto de sus hermanos y la madre.

«A Francisco Manuel le habíamos llevado mi mujer y yo al Hospital de San Rafael, donde habían dicho que empezaría a andar tarde y mal, quizá a los cuatro años. Los niños estaban bastante mal alimentados, ya que sólo vivían de lo que conseguía el padre que trabajaba de empapelador algunas veces y de lo que los vecinos del barrio les daban para que pudieran comer», informó el cuñado de la madre de los niños.

«La caseta era muy pequeña, de ladrillo y uralita, y ni siquiera tenía puerta, ya que había unas rejas. Dentro creo que tenían unos muebles que habían conseguido de la casa de su madre. Todos les conocían y las autoridades sabían que estaban ocupando la caseta, ya que el teniente alcalde les estuvo visitando con un policía municipal cuando las fiestas. El padre había pedido por dos veces un piso al Ministerio de la Vivienda pero no había conseguido nada, manifestó uno de los miembros de la asociación de vecinos, entidad que canalizaba las ayudas hacia esta familia y que incluso había denunciado en la prensa la situación infrahumana de la familia y las casi cuarenta viviendas desocupadas en el barrio. Durante la tarde de ayer, y según informaron en el centro de quemados de la Cruz Roja adonde había sido trasladado el bebé, su estado era muy grave.

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Así no se puede vivir. Ni así ni en la escalera de la casa de la madre en donde estuvo la familia nueve días. Con decirle que tenían que lavar los pañales en el parque, que los niños estaban llenos de hormigas y que la familia dormía en el suelo, le digo parte de cómo estaban», manifestó uno de los vecinos que ayer por la tarde se concentraron en el lugar del suceso. Posiblemente según manifestaron algunos integrantes de la asociación, vecinos y comerciantes harán una marcha silenciosa el día del entierro del pequeño, al tiempo que cerrarán todos los comercios del barrio.

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