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Aprobada la fusión del Central e Ibérico

La junta general extraordinaria del Banco Central aprobó ayer, por una casi absoluta unanimidad, la fusión por absorción del Banco Ibérico, tras el amplio informe expuesto a los accionistas por el presidente de la entidad, Alfonso Escámez. El acto de la junta fue un acto formal, relativamente, ya que el mismo presidente llevaba la representación, según reconoció el mismo, de más del 50% del capital de la entidad.

En ningún momento de su amplio parlamento, el presidente del Banco Central habló sobre la situación económica del país y sólo hizo ligeras alusiones a la economía de mercado al señalar que la superación de la crisis económica pasa por la línea de fortalecer la empresa privada, de demostrar confianza en su validez institucional y económica, de ser conscientes, en definitiva, de que es la pieza básica para resolver los problemas con que hoy se enfrenta nuestro país.Una buena parte de su intervención estuvo dirigida a explicar al accionariado presente en el Palacio de los Deportes -entre los que se encontraba el conde de Barcelona- cómo se había realizado la operación de fusión, operación que calificó de brillante.

Tras analizar el resultado de la fusión, el señor Escámez se refirió al personal del Ibérico del que -dijo- se hará cargo el Central en su totalidad, incorporándolo a su plantilla en las mismas condiciones de retribución, categoría y de trabajo que tienen en la actualidad, manteniendo cualquier ventaja de orden general o individual de que disfrute, con las mismas características con las que el Ibérico las hubiera establecido.

Refiriéndose al Banco Ibérico, el señor Escámez puso de manifiesto que es una rama frondosa, que treinta años más tarde vuelve al tronco común del Central, donde tuvo su origen Ildefonso Fierro, fundador del Ibérico. Apuntó que la fusión supondría la participación del Central en Empresas como Cointra, Fasa Renault y Fosforera.

Un denominador común de la intervención de Alfonso Escámez fue su preocupación por ofrecer a la junta general un aspecto globalizador de las realizaciones de ambos bancos -Central e Ibérico- en Latinoamérica, para lo cual ofreció las últimas cifras sobre sucursales en el extranjero y realizaciones que se esperan obtener en este sentido.

Aplausos para los trabajadores del Ibérico

Por su parte, la junta general del Banco Ibérico aprobó ayer, sin reservas manifiestas, la operación de fusión de la entidad con el Banco Central en las condiciones ya conocidas de una acción del Ibérico por una del Central. El presidente del banco que quedará disuelto en breve, Alfonso Fierro, informó a la junta de los motivos de la operación, centrados, según sus palabras, en la necesidad de lograr un banco dimensionado que afronte la crisis económica y soporte la competencia de la gran banca internacional en los próximos años.

Destacó también la solidez del Central, razón por la cual aceptó la oferta realizada por esta entidad para comprar el Ibérico. Se trata, dijo, de la mejor oferta de compra que hemos tenido en cuanto a las condiciones de continuidad de nuestro estilo.

En la junta se presentaron las cifras del ejercicio 1977, que se da por finalizado en fecha 20 de diciembre. Las cuentas suponen un beneficio de 665 millones de pesetas, de los cuales, 315 se destinan a pago de dividendo.

En las intervenciones de accionistas, posterior al informe de Alfonso Fierro, destacaron las de personas que pidieron la continuación de las actuales oficinas del Banco Ibérico con su personal, calificado de excelente por los accionistas clientes que hablaron ante la asamblea.

Por parte de los trabajadores, accionistas en su gran mayoría, se produjo también una intervención en la que, después de destacar como muy positiva la política de personal del Ibérico, se pidieron garantías de que el Central mantendrá las actuales ventajas laborales de que disfrutan los 3.000 trabajadores del Ibérico. En la nota leída por un trabajador, se pedía, concretamente, que las ventajas de que disfrutan en el Ibérico no sean absorbidas por el Central una vez que se produzca la integración de ambas organizaciones.

La intervención del representante de los trabajadores fue seguida por aplausos de los accionistas asistentes. Se trata de la primera vez en los últimos tiempos en que la intervención de un trabajador del Banco en la junta, general es bien recibida por los accionistas.

Alfonso Fierro respondió en términos de agradecimiento por el reconocimiento de la política laboral del Banco, según dijo, «después de las guerras desarrolladas en otros tiempos». Más adelante, señaló que se respetarían las ventajas laborales que colocaban al Ibérico a la cabeza de la banca por este concepto.

Después de la aprobación de los acuerdos de fusión y del balance del ejercicio 1977, el señor Fierro destacó la personalidad de Alfonso Escámez, presidente del Central, y el buen hacer bancario de esta entidad. Al declarar cerrada la junta, y con ello liquidado el banco, las lágrimas emotivas de Alfonso Fierro le impidieron una correcta articulación verbal de sus ideas.

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