La magnitud de la deuda exterior enfrenta a países desarrollados y en desarrollo
«La pesada deuda externa de los países en desarrollo tiende, hoy más que nunca, a transformarse en un mal endémico de nuestras naciones», declaró a EL PAIS el delegado de un Gobierno africano al término de la fracasada reunión de expertos de países industrializados (grupo «B» de Naciones Unidas), y en desarrollo (grupo de los «77»), encargados de preparar, sin éxito alguno hasta ahora, la conferencia mundial sobre la deuda externa, programada a nivel de ministros para el próximo mes de marzo.Durante la segunda reunión de expertos, que deberá continuar a mediados de enero (la primera se realizó en julio), no se logró ninguna «aproximación de criterios» frente a este problema que se ve agravado por los pagos de servicios
Nivel de deuda
A finales de 1976, el endeuda miento total de los países en desarrollo no exportadores de petróleo llegó a 200.000 millones de dólares. Para 1978 el endeudamiento se calcula alcanzará los 253.000 millones de dólares. Las condiciones de préstamos «más duras y los plazos más cortos», impuestos en los últimos años, han hecho aumentar los servicios de la deuda, estimándose que en 1978 el monto de estos servicios absorberán el 25% de los ingresos que por exportaciones reciben los países pobres. Este hecho se ve agudizado por la creciente política proteccionista de los países industrializados, que repercute «fatalmente» en el nivel de exportaciones de los países del Tercer Mundo.
Propuesta de los "77"
El «grupo de los 77» propuso que las deudas públicas (deudas entre gobiernos) se conviertan en donaciones en el caso de los países «más gravemente afectados, menos adelantados, sin litoral o insulares», y que en otros casos, de «menor gravedad», como mínimo, las deudas públicas pendientes sean recalculadas, con el objeto de reducir la carga de la deuda actual, devolver a los países afectados el ritmo de crecimiento que perdieron durante la reciente crisis económica y facilitar la consecución de los objetivos de la «estrategia internacional del desarrollo».
Se invita, asimismo, a las instituciones de financiación del desarrollo a que «comprometan nuevos recursos en una forma que se ajuste a sus políticas y prácticas de préstamos, para seguir atendiendo cada vez más las necesidades de los países pobres».
Finalmente, en cuanto a las deudas comerciales (bancos particulares con gobiernos) debería llegarse a un acuerdo internacional - piden los «77»- mediante el cual se consoliden esas deudas y se prorroguen los plazos de pago durante un período de veinticinco años como mínimo. Por su parte, los países industrializados acreedores se oponen firmemente a este criterio, ratificando sus anteriores proposiciones para que la deuda sea negociada bilateralmente por los interesados, al mismo tiempo que sostienen que los organismos internacionales financieros «tienen los mecanismos y la capacidad para cubrir el requerimiento de un alivio inmediato de la deuda». Sería el caso del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otros. Esta segunda proposición es calificada por el «grupo de los 77» como de «irreal», que acepta la intervención de esos organismos, pero para que auspicien un servicio financiero que se encargue de «refinanciar» los gravosos préstamos a corto plazo, contraídos en los últimos años.
Dentro del grupo de los países industrializados, el delegado de Estados Unidos, en un intento de «descargar responsabilidades», afirmó que el petróleo era una de las principales causas de las voluminosas deudas externas, a lo que el representante del «grupo de los 77» respondió con cifras que pretenden demostrar que la deuda de los países pobres es un «problema acumulativo» que tiene sus orígenes mucho antes de año 1973, que fue cuando los países de la OPEP (exportadores de petróleo) hicieron un ajuste en su política de precios. La renegociación de la deuda externa constituye para los países pobres la segunda reivindicación en importancia en el plano internacional.
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