Swinging
Somos unos demócratas sin Constitución, que todavía nos regimos por un borrador, y eso cuando el borrador cae en manos de las víboras lúbricas de la prensa, de modo que estamos viviendo mediante un borrador de democracia, y mientras la patria se pone en limpio, el personal aprovecha para hacer swinging, que ya saben que es el cambio de parejas, siempre que sean parejas matrimoniales, porque si no son matrimonio no tiene morbo. 0 sea, una corroboracion mas, ahora a la inversa, del sagrado vínculo.En la Generalitat.ya hay un club para eso, porque los catalanes son muy europeos y lo hacen todo tipo club. Aquí en Madrid, como vamos más por la cosa artesana, he tenido que acudir a una reunión casera de swinging con una amiga:
-Pero ésta no es su señora. Así novale.
-Esque mi santa esposa había puesto el programa de la lavadora. Esta amiga que traigo es de confiariza. Está haciendo una tesis sobre mis libros.
-Eso -cuénteselo al señor Ruiz Elvira. Nada, no vale. Aquí se viene a practicar el adulterio. Usted es un inmoral, ya lo dicen las cartas de los lectores a su periódico.
9 Las señoorita de la tesis se sentó en el recibidor a ponerle -pies de página, resignadamente, a su texto, mientras del fondo de la casa llegaba el fragor carnal del swinging. Debían ser por lo menos cinco parejas en sus bodas de plata. Llamo por teléfono a mi señora, pero dice que aún no ha terminado el programa de la lavadora y que la olvide.
Es como cuando Luis Berlanga le dice a María Jesús, su mujer.
-Anda,'María Jesús, déjame que te ate un poco.
-Vete a la merde.
María Jesús es de Soria, y las señoritas de Soria dicen Merde, que son muy afrancesadas, y si no miren a Pitita, lejana y sola en Londres.
Cuelgo y medito. Esto no es una liberación del vínculo de San Pablo ni una ruptura de la familia burguesa. Esto ni siquiera es el adulterio romántico y naturalista de Madame Bovary. Esto es el adulterio de consumo. Una nueva sacralización del matrimonio donde lo que cuenta es tomar la mujer del prójimo, con lo que se corrobora la condición paulatina e indisoluble de esa mujer. Me asomo a la orgía y trato de explicárselo:
-Que, digo que estáis resacralizando la condición paulatina e indisoluble...
-Que traigas a la legítima, golfo -suspira y ruge la masa plurimembre y rosada de los desnudos empotrados.-Os advierto que ésta es más joven.
-Nada, la legítima. Y con certificado matrimonial y firma del párroco.
Esto no es swinging. Esto es profanación, sacrilegio, blasfemia. Una nueva manera de creer en Dios que han encontrado los católicos demócratas de la futura Constitución (en borrador). La profanación, el sacrilegio y la blasfemia no son sino oraciones inversas, plegarias malditas. Otra forma de hablar con Dios. Nada, que España no ha dejado de ser católica, don Manuel, y lo siento por usted, hombre. Se lo digo a la señorita de la tesis, que ya lleva muy adelantado su trabajo:
-Nada, que no sirves. Tiene que avalarte un párroco.
Pero la señorita de la tesis es forastera del Mercado Común y no sabe lo que es un párroco. Pienso que la obsesión nacional de los cuernos ha explotado, al fin, freudianamente, porque todo marido desea ser engañado, según algunos sicoanalistas, que ven en eso un principio de homosexualidad delegada. Nos vamos a quitar el complejo de cuernos, a nivel de Estado español, mediante la apoteosis del cuerno colectivo y de consumo. Menos mal que mi santa esposa está a salvo gracias a un programa de la lavadora.
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