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"La Constitución debe reconocer la presencia real de los católicos en la sociedad"

Las relaciones de la Iglesia con el Estado -a la vista de la nueva situación constitucional-, y la búsqueda de nuevos cauces de financiación, son los temas fundamentales que los obispos españoles someterán a debate en la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal, cuyas sesiones dieron comienzo ayer lunes y se prolongarán hasta el próximo sábado, día 26.

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En el discurso de presentación, el presidente de la Conferencia, monseñor Enrique y Tarancón, dijo: «No vamos a pedir una Constitución que resuelva todos nuestros problemas, pero sí exigiremos que se reconozca y se dé vigencia a nuestra presencia real en la sociedad, porque el Estado no puede olvidar que la gran mayoría de los españoles son católicos.» Entre los temas sobre los que la Constitución habrá de tener en cuenta la doctrina católica, el cardenal Tarancón señaló los referentes al matrimonio, la educación y la libertad sindical. «Lo correcto y lo verdaderamente justo -explicó- sería que los legisladores recabasen seriamente las aspiraciones del pueblo y actuasen en consecuencia,- ya que los políticos deben convertir en leyes la voluntad de sus representados, y no la suya propia.»Para los obispos españoles, si la Constitución «quiere ser justa, democrática y estable», tiene que respetar los deseos de la gran mayoría católica del país. La Iglesia, como tal institución, es independiente de la política, pero esto no quiere decir -matizó el cardenal- que haya de ser neutral.

Pese a insistir en la independencia de la Iglesia, monseñor Tarancón puntualizó que «esta independencia no debe interpretarse tomo una radical y absoluta separación con el Estado».

El Estado habrá de contar muy especialmente con la Iglesia, insistió, si no quiere ponerse de espaldas a la realidad sociológica, creando problemas que lleguen a hacer imposible la convivencia pacífica entre los españoles. En el actual proceso político, de decisiva influencia para el futuro del país, la Iglesia no va a mantenerse al margen., «Es obligación de los obispos -explicó- hablar sobre el fundamento ético que ineludiblemente ha de tener la convivencia política de los hombres.»

Respecto al otro punto prioritario de la asamblea, la financiación de la Iglesia, monseñor Tarancón habló de la necesidad de revolucionar la economía eclesiástica. Para ello, señaló como absolutamente necesario concienciar a los adeptos de la Iglesia católica para que participen de una manera responsable en su financiación.

Al referirse a la cantidad que el Estado entrega a la Iglesia, el cardenal Tarancón matizó que la subvención estatal es sólo una parte, y no la más importante, del presupuesto eclesiástico, y aludió a la necesaria aportación de todos los miembros del pueblo de Dios para que los planes de la Iglesia puedan realizarse.

Asimismo, señaló que las riquezas de la Iglesia, «de las que se habla con tanta ligereza», consisten en los bienes artísticos que ha sabido conservar y que, «lejos de suponer un ingreso, exigen, por el contrario, cuantiosos gastos de mantenimiento». «Y aún los exigiría mayores -manifestó- si quisiéramos darles una mayor utilidad social por medio de museos.»

Dentro de la «nueva fórmula económica» que se precisa para afrontar la nueva etapa de la Iglesia en el futuro Estado constitucional, ocupa un lugar relevante lo que el cardenal denominó «centralización económica sin centralismos», es decir una planificación central de los bienes y aportaciones de las 64 diócesis con que cuenta la actual Iglesia española.

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