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El viaje de Anuar el Sadat a Jerusalén

Sadat invitará a Begin a visitar Egipto

En los momentos actuales resulta casi seguro que el presidente Sadat invitará al premier israelí, Begin, a El Cairo, para proseguir las conversaciones de paz. La información la recibió este corresponsal de una fuente del Consejo de Jerusalén y se le atribuye una importancia capital.

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En medios políticos ísraelíes se temía -y algunos temen aún- que el gesto de Sadat al visitar Jerusalén esconde el deseo de poner a Israel en nuevas dificultades, más que el de iniciar conversaciones serias con Begin.Al parecer, el presidente egipcio concede un papel importante a su alocución ante el Knesset (Parlamento israelí) y a los tres millones de personas que a través de la televisión seguirían su intervención. Pero su discurso estará más al servicio de su voluntad de paz y deseo de llegar a un arreglo justo y duradero, que de momento no se vislumbra, que a defender la tesis del abandono por parte israelí de los territorios ocupados en la guerra de 1967 y el establecimiento de un Estado palestino, unido a Jordania, junto a Israel.

Sin embargo, el deseo de Sadat de invitar a El Cairo al líder israelí demuestra que el presidente egipcio ve en su viaje a Jerusalén una, gran oportunidad de influenciar al pueblo de Israel.

Test de seriedad

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«Pienso que se trata de un verdadero test de seriedad egipcio», comentó a este corresponsal Pierre Méndez-France, que asiste en Tel Aviv a un coloquio internacional sobre el tema: «¿Se puede acallar a los cañones? »

Pierre Mendes-France añadió que «Sadat ha hecho gala de coraje al aceptar ser el primer jefe de Estado árabe dispuesto a visitar Jerusalén para discutir de paz. Pero si invita a Begin a acudir a El Cairo demostrará, además, astucia. Lo importante es no destruir los puentes tendidos a la negociación, aun cuando sean antagónicos los puntos de partida. Ciertamente, Begin corre el riesgo de colocarse en un aprieto por obra y gracia de Sadat: no hay paz posible si Israel se obstina en ignorar las aspiraciones nacionales de los palestinos. Ahí está el riesgo, un desafío de dimensiones históricas que merece la pena correr».

¿Es consciente el primer ministro israelí de ese riesgo?, preguntó este corresponsal a Mendes-France, que acababa de entrevistarse con el primer ministro, Begin, el ministro de Asuntos Exteriores, Moisés Dayan y el viceprimer ministro, Vadin. «Es importante -contestó- para Israel no dejar al Egipto de Sadat el monopolio de la paz. Begin me pareció consciente de esta necesidad.»

Se ha comprobado en el curso de los últimos meses que el tándem Begin-Dayan no es menos intransigente que el que formaban Rabin-Allon, sus predecesores del Partido Laborista. Se cae en la fácil tentación de decir que los últimos no hubieran cedido tan fácilmente ante árabes y americanos, como Begin y Dayan, sobre la pre negociación de la conferencia de paz de Ginebra. La pregunta es fácil: ¿Sería Begin. un falso «halcón», y los líderes laboristas falsas «palomas»? No exactamente, cuando el primer ministro israelí habla de «territorios liberados», a propósito de la Cisjordania ocupada. Begin dice lo que piensa y lo que piensa lo dice.

Entrar en la historia

Menahem Begin tiene un sueño: entrar en la historia como en su día entró Ben Gurión, fundador del Estado de Israel. Pero Begin sabe que no se asegurará un lugar en el panteón nacional ganando la quinta guerra arabe-israelí, sino logrando la paz.

Para conseguir este objetivo, Begin está dispuesto a llegar muy lejos, aseguran sus amigos. Si quiere, y parece ser así, es el único hombre de Estado israelí capaz de conseguir que el pueblo de Israel acepte importantes concesiones territoriales. Precisamente porque es el jefe del partido ultranacionalista, Likud, es decir, un hombre cuyo patriotismo no se pone en duda.

Sin embargo, ¿querría y podría Begin ceder CisJordania, Samanía y la Jordania bíblica a los palestinos? Este es el precio que Sadat -a pesar de los ataques de la OLP- exigirá para una «verdadera paz», o una soulh (reconciliación en árabe) judeo-arábiga.

El tema se lo plantean con angustia también los palestinos de los territorios ocupados, que* temen «las traiciones de Sadat» en caso de que Begin se mostrara inflexible. Es la misma cuestión que se plantean todos los que saben que al final del túnel por el que acaba de entrar Sadat sólo se encuentra la paz o la guerra.

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