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TEATRO

Estreno de "Las manos sucias", de Jean Paul Sartre

En el teatro Eslava se estrenó anoche la obra Las manos sucias, del filósofo y dramaturgo francés Jean Paul Sartre, en versión de Adolfo Marsillach y dirigida por José Luis Alonso, con escenografla de Carlos Cytrynowski. Entre los intérpretes figuran José Luis Pellicena, Enrique Diosdado, Esperanza Alonso y Carmen Maura.

Esta obra de Sartre (1905) se representó por primera vez en París en 1948, con dirección de Simone Berriau, supervisada por Jean Cocteau. El tema de la obra, que cuestiona el comportamiento del Partido Comunista en un pequeño país imaginario centroeuropeo, provocó una amplia polémica, con intervenciones de la crítica, el PCF y el propio autor. Tanto Marsillach como José Luis Alonso piensan que va a sorprender el paralelismo entre el texto de la obra y las actuales circunstancias políticas.Adolfo Marsillach montó el primer espectáculo Sartre en España, con las obras A puerta cerrada y La puta respetuosa. «La obra llega muy oportunamente -declaró a EL PAIS-, y estoy consciente de que esta oportunidad es arriesgada. Intuyo que aquí puede suscitarse de nuevo la polémica. Yo estoy de acuerdo con Sartre: Las manos sucias no me parece una obra anticomunista; en caso contrario no hubiera colaborado en ella, y dejo claro que no pertenezco al PCE. La obra no es anticomunista ni tampoco una defensaa ultranza del eurocomunismo. La obra plantea, a mi juicio, un problema más profundo: la terrible disyuntiva entre la moral y la praxis, se deben defender los grandes principios o se debe hacer lo que en cada momento es más util políticamente; a esto cada uno debe responder según su conciencia. Como intelectual burgués siento una enorme simpatía por el personaje de Hugo, pero creo que políticamente el personaje eficaz es Hoederer.»

La obra tiene, para el autor de la versión, una urticante actualidad. «Me he limitado a ser fiel al original francés. No he manipulado en absoluto el texto. He tenido que comprimir algunas cosas por el estúpido horario español de espectáculos, ya que la obra original puede durar unas tres horas. Con el texto francés en mano se puede comprobar que todo está en Sartre. A requerimiento del director he escrito unos textos de enlace entre los cuadros, pero están basados en las propias acotaciones del autor. Creo que la obra va a provocar pasión, y yo estoy a favor de la pasión del teatro. Es un problema político que se repite continuamente: si uno debe actuar en nombre de sus condiciones o en nombre de la utilidad colectiva, tema que es siempre materia dramática. El espectador que no entienda el problema político del texto o el sentido filosófico, se va a interesar, por lo que sucede en el escenario.»

Marsillach define el desarrollo del pensamiento filosófico sartriano como muy teatral. «Así como en el teatro de Unamuno, por ejemplo, hay que hacer cierta abstracción, Sartre utiliza con facilidad el vehículo teatral. En esta obra se apoya en un argumento casi policíaco, de intriga, que es un elemento de primera calidad. Tiene una producción amplia y ha utilizado el teatro al servicio de su pensamiento. El origen de su filosofia es la del hombre metido entre los hombres, no la abstracción filosófica del hombre. Es un teatro de tesis donde los personajes en lucha no se modifican por las circunstancias, sino por su necesidad de realizarse.»

José Luis Alonso, director de la obra, reencuentra al Sartre de los años cincuenta, autor de libros tachados en el índice, cuando representaba en su domicilio las obras Los muertos sin sepultura y La puta respetuosa. «Entre los novelistas y filósofos -declara-, Sartre es uno de los autores que mejor conoce el medio teatral. En esta obra estructura su pensamiento como una narración policíaca. La carga política es primordial en Las manos sucias. Para no caer en la pura retórica, he preferido montar la obra no enfatizando demasiado la vertiente política. Los personajes deben ser vivos, en pleno conflicto, sobre todo el de Hugo, que alguna vez se le ha comparado a un Hamlet contemporáneo, preocupado por problema metafísico de la existencia.»

En opinión de José Luís Alonso «el público deberá continuar la presentación». «Hace dos semanas estrenamos la obra en Sevilla y comprobé que los espectadores se inclinan por uno u otro personaje. En el de Hugo hay connotaciones autobiográficas de Sartre, pero trabaja la obra sin una solución concreta. Junto con el espacio escénico creado por el argentino Carlos Ostrynowski, hemos intenta desnudar la obra y que el pensamiento quede más descarnado. El trabajo de los actores ha sido más intenso, ya que la obra está llena tensiones y una constante concentración. El mecanismo del decorado tiene unidad con todo el espíritu sartriano, en un montaje austero.

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