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Las medidas que nunca llegan

Desde los comienzos de los años setenta son más de quince robos importantes los cometidos en las iglesias de casi toda la geografía española. Los dos últimos más importantes se produjeron uno en la catedral de Murcia el día 8 de enero de 1977, a consecuencia del cual desaparecieron las piezas más valiosas del museo de la catedral, valoradas en unos cuatrocientos millones de pesetas, y el robo de la Cámara Santa de la catedral de Oviedo, perpetrado el 10 de agosto de este mismo año, que dio como balance la desaparición de las principales joyas de la catedral, entre las que se encontraban las cruces de Los Angeles y de La Victoria.A raíz del robo de la catedral de Oviedo, aunque más tarde se recuperaron casi todas las joyas, comenzó una campaña oficial y ciudadana para la conservación de un patrimonio nacional incontrolado e indefenso. El mismo ministro de Cultura, Pío Cabanillas, se apresuró a anunciar la necesidad de una ley del Patrimonio Artístico, que sería presentada al Parlamento con el fin de reforzar la protección de estos bienes y someterlos a un tratamiento unitario.

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Robadas en la catedral de Burgos piezas de importante valor histórico

A pesar de estas promesas oficiales, a pesar de las protestas de los partidos y movimientos ciudadanos, el riesgo de robo sacrílego o simplemente artístico continúa en toda España, como lo demuestra este ejemplo. Inventario del patrimonio artístico, Iegislación preventiva sobre este tipo de obras de arte y campaña de mentalización de los ciudadanos continuan siendo tres medidas básicas para evitar este tipo de actos.

Lo que está fuera de duda es la incapacidad de la Iglesia para proteger el patramonio, artístico, que está bajo su tutela, y ante esta indefensión el Estado está obligado a reaccionar.

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