_
_
_
_
Entrevista:

"Nos adelantamos al concepto de los derechos humanos"

EL PAIS: Emmanuel Mounier y usted fundaron, en 1932, la revista Esprit con una frase enunciadora de un propósito: «rehacer el Renacimiento» ¿Qué significaba en aquel contexto histórico?JEAN LACROIX: La influencia del siglo XIX francés era todavía muy grande. Queríamos luchar contra la Restauración que buscaba restablecer la monarquía, así como la autoridad religiosa y paternal. Invocamos el Renacimiento como una ruptura con la Edad Media, para luchar por una revolución personalista y comunitaria. Asistíamos a una degeneración de la sociedad francesa, consecuencia de la gran crisis capitalista de los años veintinueve, y con el diagnóstico de esta decadencia estaban de acuerdo todos los partidos desde la derecha hasta la izquierda. Era necesario cambiar las estructuras de la sociedad francesa y el personalismo propugnaba dos revoluciones: primero, la personal. Para Mounier, todos los seres humanos son personas. Nosotros nos adelantamos al concepto moderno de los derechos humanos. Además, pensábamos que el hombre no está hecho, es un ser en devenir que se crea a sí mismo. Los personalistas comenzamos por aceptar la crítica marxista del mundo cultural burgués. Y de aquí, llegamos a la conclusión que era necesario una segunda revolución: la comunitaria o política, para crear una nueva sociedad. Paradójicamente, cuando la invasión nazi, tuvimos que salvar la sociedad burguesa, renunciando a la nueva que habíamos proyectado.

EL PAIS: Por sus palabras deduzco que la revista Esprit guarda cierta similitud con Cruz y Raya, fundada por José Bergamín, que también significaba un pensamiento cristiano comprometido.

JL: Tengo una gran admiración por el pensamiento de Bergamín, pero no sé hasta que punto coincidían las intenciones de ambas revistas. En mis conferencias cito siempre una frase de Bergamín: «la soledad del artista no es la de una, isla, sino la del mar», a la que agrego: la mer toujours recommencée (Valery). Creo que Bergamín es un pensador muy afín al personalismo, como también Joaquín Xirau, cuyo pensamiento coincide asombrosamente con el de Mounier. Atribuyo el origen de este personalismo español a la influencia de la tradición mística, sobre todo, la de San Juan de la Cruz.

EL PAIS: ¿Existe un nexo entre el personalismo cristiano y el marxismo, desde un punto de vista práctico y teórico?

JL: Hemos querido mantener, siempre, un diálogo vivo con los comunistas. Este diálogo ha pasado por todos los estadios: normal, cordial, agresivo. Por cierto, que Garaudy escribió un folleto contra Mounier, acusándole de lacayo de Hitler. También yo fui objeto de ataques innobles cuando el problema de Yugoslavia. Actualmente, nuestras relaciones son muy cordiales. El diálogo con los comunistas no significa someterse a su pensamiento ni a su estrategia política. Trabajaremos siempre juntos, es necesario ser crítico frente a ellos. Desde el punto de vista teórido, no hay conciliació posible entre el marxismo y el cristianismo. El pensamiento de Marx es muy serio y coherente para sufrir deformaciones cristianizantes. El ateísmo es una de las bases de toda su filosofía. El cristiano comunista es el fruto de una confusión o de una mascarada.

EL PAIS: Usted ha sido uno de los más profundos y sutiles comentaristas del pensamiento de Marx. Como gran conocedor del tema ¿cree que hay una ruptura epistemológica en la obra de Marx, como sostiene Althusser?

JL: Cuando estudiaba en la Universidad, soy licenciado en Economía y en Filosofía, no se hablaba jamás de Marx, y si alguien lo citaba todo el mundo se reía. A partir de 1925 me sumergí en el estudio de su obra del que todavía no ha salido. En 1934-35 dicté, en Dijon un curso completo sobre marxismo, lo que sorprendió a uno de mis amigos, un importante dirigente comunista, quien me dijo: «Vas hablar de Marx, como de Platón de Kant. Para disertar sobre Marz es necesario ser miembro de un célula comunista.» Se sorprende si le digo que esta frase ejercía cierta influencia en mi obra Marxismo, existencialismo y personalismo, cuyo primer capítulo comienza con un análisis del hombre marxista. Estoy de acuerdo con Althusser en que hay una diferencia entre las obras del Marx juvenil pura filosofía de izquierda, y las científicas de la madurez. Pero no creo en tal ruptura, porque las motivaciones profundas de Marx son siempre las mismas. Sus Manuscritos son, para mí, una obra absolutamente asombrosa. En ellos hay una frase que me recuerda Evangelio de San Juan, cuando dice: «En la ciudad comunista bastará ser un ser amante para hacer de sí mismo un ser amado.» Esta transparencia significa la apertura entre todos los hombres. Pero, como cristiano, no puedo creer que tan hermosa utopía pueda realzarse en la tierra. Nosotros, como cristianos, debemos luchar por fraternidad humana, de una formación práctica y, en este sentido, podemos coincidir parcialmente con los marxistas.

EL PAIS: ¿Cómo ve usted la relación entre Freud y la religión, temas de su conferencia?

JL: Se han hecho tres importantes críticas de la religión cristiana: de Marx, la de Nietszche y la de Freud. La realidad, para Freud, siempre una frustración y el hombre necesita evadirse en la irrealidad religiosa. La figura de Dios una sublimación del Padre, origen del monoteismo. Para Freud, valor extraordinario del cristianismo fue, que ha matado el Padre justiciero, reemplazándolo por Hijo: Dios es Cristo.

Antes de terminar, quiero expresarle que, en mi opinión, los tres grandes filósofos que más influyen en la juventud francesa son: Marx, Freud y Nietszche.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_