La municipales
ALGUNAS FILTRACIONES informativas, que pueden desempeñar también la función de globos-sondas, dejan entrever la posibilidad de que las elecciones municipales sean aplazadas hasta después del verano. La noticia hay que tomarla con mucha cautela, pues no ha sido confirmada. Pero de sercierto plantearía algunas interrogantes.Si el retraso fuera una decisión unilateral del Gobierno, quedarían en entredicho gran parte de los acuerdos de la Moncloa: el Gabinete estaría sacrificando los intereses nacionales a las conveniencias partidarias, y la única explicación para esa decisión unilateral sería que UCD, a la vista de los últimos sondeos y de la crisis interna por la que atraviesa su organización, sintiera el temor de no ganar las elecciones si se celebraran en la primavera próxima.
Si el intento de retrasar los comicios municipales fuera la consecuencia de un pacto entre el Gobierno y un sector o la totalidad de los grupos parlamentarios, podría pensarse en una «cláusula secreta» del pacto de la Moncloa o de un «protocolo reservado» de las conversaciones entre UCD y algún o algunos partidos. Habría que decir entonces que negociaciones a puerta cerrada de ese género sólo pueden aceptarse a título excepcional y no como una forma habitual de trabajo.
Pero con independencia de cuál fuera su génesis, el eventual aplazamiento de las elecciones municipales para después del verano de 1978 significaría un serio retroceso en el camino de la normalización política española.
Los argumentos que podrían justificar el aplazamiento por las duras perspectivas económicas y sociales que aguardan para el próximo año no son lo suficientemente fuertes.
Es un absurdo que mientras en las Cortes se sientan representantes elegidos por sufragio universal, y el Gobierno que dirige la Administración Central está sometido a las mociones de censura de las Cámaras, los ayuntamientos continúen íÓrmados por concejales escogidos por los procedimientos de la democracia orgánica y los alealdes hayan sido designados (y sigan todavía siéndolo) por -et-Ministerio M Interior.1 La renovación de la vida municipal mediaríte la designación de los concejales y los alcaldes por sufragio universal tiene tanta importancia -desde el punto de vista de implantación de la democracia- como las elecciones legislativas y la responsabilidad del Gobierno ante ellas. Si los españoles no asocian el nuevo regimen con la
pÍ bilíd, 1
os¡ 1 1 ad de solucionar y debatir los problemas más
inmediatos de su existencia cotidiana en el ámbito local y
con el derecho a elegir para los cargos i-nunicipalesa ¡oS
vecinos en los que ten2an mayor conflanza. las.institucIO
1 istante carrera de San
nes representat vas si uadas en la d' Jerónimo perderán sus raíces, su apoyo y su sentido.El aplazamiento de las municipales sería, en cualquier caso, un acto de temor político y haría aún más incorriÍble el a'etreo M ininistro para las Reoiones. eni-
prensi j C
peñado en enseñar su muestrarlo de rei),,íi-nenes preau
tonómicos, sin esperar a la Constitución, salvando. elaro
está, los casos de Cataluña y el País Vasco. Y por último.
sería incumplimiento orave de una promesa política: lit
declaración progr¿tni~,'ttica M Gobierno forinado después
M 15 de junio incluía el compron-llso formal de que las
elecciones municipales serían convocadas antes de I-ni de
año.
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