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"La poca vergüenza no existe en el arte"

Entrevista con Lole y Manuel

Lole y Manuel acaban de lanzar su tercer elepé. Un disco que, aún manteniéndose dentro del flamenco, parece no respetar sus cánones. Los flamencólogos pueden descalificarlo, pero ellos tienen sus razones. «Nosotros respetamos mucho esos cánones pero en los demás. Hacemos lo que sentimos, saltamos barreras que otros no saltan y eso es todo.» Pero este Lole y Manuel no lleva batería como el anterior, es un poco más clásico, menos polémico.

«Mira, si no hemos utilizado batería es porque no nos ha apetecido. Pero esto no significa ningún retroceso, y a lo mejor en el próximo hacemos muchas más cosas. Como te decía, no es algo que pensemos demasiado, lo sentirnos. Un ejemplo es la canción árabe Anta Oumri, que hemos hecho en El Cairo porque a Lole le hacía ilusión grabar con una orquesta que ella ha estado escuchando desde pequeña. Como también el hecho de que comenzáramos el disco en Madrid y lo acabáramos en Sevilla, porque allá no teníamos buenas vibraciones. Funcionamos de esta manera, un poco a impulsos.»Y sin embargo, sus actuaciones están muy preparadas, muy medidas. «Es que la poca vergüenza no existe en el arte. No se puede salir al escenario a ver qué pasa, como hacen muchos. Nosotros, antes de una actuación nos sentimos terriblemente nerviosos, y eso es bueno. Eso es que tienes sentido de la responsabilidad, que eres consciente de lo que estás haciendo. Para nosotros es fácil que te aplaudan cuando has estado mal. Nos quedamos con la sensación de que hemos engañado al público, aunque a veces sea este el que se engaña a sí mismo.» En los últimos años se ha producido una explosión de flamenco político. A través de él, muchas personas que no reconocían antes la existencia de este arte se han acercado a él de la mano de los Gerena, Menese, etcétera.

«El flamenco político es un engaño. Vamos, que si no hay arte, no hay nada. Y con esto no quiero decir que los cantaores que lo hacen sean malos, sino que para transmitir determinado tipo de cosas lo mejor es decirlas, no cantarlas. Porque enton ces, lo que ocurre muchas veces es que el arte se convierte en una excusa para decir algo, y entonces no valen ni la canción, ni lo que con ella se quiere comunicar.»El mundo en que viven Lole y Manuel es el mismo que el del resto de los mortales, pero contemplado de otra forma. La vida de los gitanos discurre en horario que no conoce las prisas, sino las cosas hechas. La familia de Lole, los Montoya, la Negra, Carmelita, los amigos que no hacen nada, sino compañía, todos ellos discurren por una casa a medio decorar, sin más puntos de convergencia que un vino ocasional, que una comida de pie y a media tarde.

«Toda vía hay unas diferencias enormes entre payo y gitano. En el comer, en el vestir, en todo. Intentamos ser siempre los mismos, pero muchas veces uno se rodea de motivos, de cuestiones que no tienen nada que ver con nuestro mundo. En todo caso tratamos de adaptarnos, porque desgraciado del payo que no sepa adaptarse al gitano y al contrario.»

Para esta gente, por encima de todo, está el arte. Los artistas lo son desde que nacen, desgajando de cuando en cuando una pequeña parte de sus vivencias que se van a convertir en disco, en actuación, en una breve presencia que llega a un mundo exterior a ellos, para enriquecerlo.

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