La venta ambulante es un fraude al ama de casa
Los detallistas de frutas y verduras se abstendrán de comprar, los días 24 y 25 de este mes, en el mercado central de Legazpi, en protesta por los graves daños que la venta ambulante-ilegal de frutas les ocasiona. Esta va a ser la primera acción que tomen después de largas conversaciones con la Administración para erradicar este problema. «Los mercados -aseguran- quedarán abastecidos, pues nosotros no vamos en contra del ama de casa. De lo que suceda en el futuro no nos hacemos responsables.»
Se calcula que con este boicot los mayoristas dejarán de vender 1.800.000 kilogramos de fruta y 1.600.000 de verdura. Alfonso García de Haro, presidente de la Agrupación Sindical de Frutas y Verduras explica a EL PAIS el por qué de este proceder:«La venta ambulante es un fraude, aunque en principio parezca lo contrario. Nosotros no estamos en contra de este tipo de personas como tales. Creemos que la Administración debería buscarles o proporcionarles puestos de trabajo y, de hecho, hay muchos que están cerrados en galerías comerciales y mercados. El problema está en que estos señores venden artículos sobrantes o que les interesa.
EL PAIS. ¿No será la venta ambulante tan popular porque el ama de casa, ya tan agobiada con los precios, encuentra en ella un alivio?
Alfonso García: El ama de casa vive engañada. Primero porque piensa que estos productos vienen directamente del campo, con lo cual serán más buenos y baratos. Sin embargo, no es así. La mercancía, generalmente, es adquirida en el mercado de Legazpi y, en la mayor parte de los casos, de mala calidad. Nadie tiene un control sobre las pesas que utilizan ni la higiene de sus productos. Nosotros hemos comprobado que dos kilos de melocotones no son sino un kilo seiscientos. Y si a eso añadimos que el género comprado pueda estar malo, ¿a quién va a quejarse el ama de casa? Los detallistas, por el contrario, tenemos un a serie de inspecciones, pagamos impuestos y alquileres y es justo que exijamos que se nos respete y defienda con arreglo a lo que pagamos.
EL PAIS: ¿Qué hay de cierto en esa idea del público que acusa a los detallistas de ser los culpables de la desestabilización de los precios?.
A. G.: Los detallistas no tenemos libertad para vender las mercancías. Estamos sujetos a unos márgenes comerciales establecidos desde el año 68. Aparte de eso, no podemos ser los culpables desde el momento en que no tenemos capacidad para comprar sino unos pocos kilos. Los almacenistas son los que adquieren toneladas de mercancía y es a ellos a quienes les compramos. Hasta que no haya unos cauces directos agricultor-detallista-consumidor, el problema seguirá existiendo. Muchos de nosotros estamos ganando al mes menos de 15.000 pesetas. No creo que con ese margen se nos pueda acusar de nada.
Los márgenes comerciales con los que trabaja el detallista van desde un 4 % para aquellos géneros que no superen las ocho pesetas de precio de compra hasta un 25 % para aquéllos que oscilen entre treinta y cuarenta pesetas. Desde esta cantidad se permite cargar el 20 % sobre el exceso. Por ejemplo, a un kilo de judías verdes que ha costado en el mercado de Legazpi treinta pesetas el kilo, hay que añadirle 1,50 por mermas de transporte, más una o dos pesetas por subtotal y el margen del 25 %. Con lo cual el total debería ser 39.50 pesetas por kilo.
EL PAIS: ¿Por qué la protesta es sólo de los detallistas de frutas y verduras?
A. G.: Porque sólo hay venta ambulante pirata de frutas y verduras. Esto no ocurre ni con las carne, ni con los huevos, pescado o cualquier otro género. Yo pienso que ello es debido a la crisis que atraviesa el país. Hay mucho paro y la gente busca lógicamente un medio de subsistir. Tienen muchas facilidades de hacer la compra en el mercado de Legazpi y el vender este tipo de género es muy fácil. Pero no es justo que nosotros paguemos las consecuencias de la crisis. Queremos una solución y no decirles «fuera» sin más. Pero lo peor es que muchos de nosotros están saliendo a vender a la calle, porque se vende más.
EL PAIS: Si realmente todos estos vendedores tienen tan pocos recursos, ¿cómo van a montar su propio negocio?
A. G.: Bueno, eso también es relativo. Casi todos tienen sus medios de transporte. Algunos, varias furgonetas o camiones. Incluso puedo citar casos como el de un señor que compra una furgoneta diaria de mercancía y la distribuye en Vallecas en varios puntos de venta, al frente de los cuales pone a trabajar a niños de catorce a quince años, a los que por supuesto paga una mísería, no cotiza a la Seguridad Social
EL PAIS: ¿Cuáles son las zonas más afectadas en Madrid por esta venta ambulante?
A. G.: Toda la zona periférica, Leganés, Villaverde, donde prácticamente hay montado un mercado de venta ambulante, Bravo Murillo, etcétera.
La protesta de estos pequenos empresarios alcanza otros aspectos, como son la inauguración de Mercamadrid, la utilización de una báscula oficial en el mercado central dé Legazpi, báscula que está allí, pero a la que no tienen acceso las multas a unos companeros por no estar calibrados los géneros, lo que ellos consideran una injusticia porque compran lo que existe en el mercado y si la mercancía no está tipificada o calibrada, las multas deberían estar dirigidas a los comerciantes.
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