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Italia: tregua interna en los partidos socialista y democristiano

La Democracia Cristiana comenzó ayer las sesiones del consejo nacional del partido con un informe de su secretario general, Benigno Zaccagnini. Al mismo tiempo, el secretario socialista, Bettino Craxi, clausuraba los debates del comité central del partido con una réplica a los ataques lanzados contra su labor al frente del mismo.

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Los socialistas celebrarán su congreso en marzo próximo y hasta entonces los seis grupos o corrientes del partido están de acuerdo en sostener a Craxi unánimemente. El partido está integrado por una extrema izquierda (Achili y Codignola) que preconiza la ruptura incluso del «pacto a seis» que sostiene al Gobierno de Giulio Andreotti; por una izquierda (Lombardi y el mismo Craxi) que quisieran un partido más combativo frente a comunistas y democristianos; un centro (Manca y de Martino) que, aunque creen que un día llegará el choque frontal con los democristianos, sostienen la situación actual y, en fin, una corriente de oposición (Mancini) que en el fondo lucha por un retorno al Gobierno, con una mayoría de emergencia en la que estarían incluidos los comunistas, a fin de que el Partido Socialista no quede aislado.El Partido Socialista es el más inquieto, porque el voto del 20 de junio del año pasado castigó sus quince años de colaboración con los democristianos en gobiernos de centro izquierda; quiere, por tanto, permanecer en la izquierda, sin verse a la vez fagocitado por los comunistas.

En la reunión del consejo nacional democristiano Zaccagnini insistió en su informe, que la unidad del partido tiene que, ser menos provisional, y, refiriéndose a los socialistas, criticó que la alternativa de izquierda, persegu ida por su mayoría, coloque a la Democracia Cristíana como un coágulo de fuerzas conservadoras. Zaccagnini defendió, pues, su política de «confrontación y desafío» con los comunistas, rechazando una vez más la política del «compromiso histórico». Aunque reconoce que el cambio de los comunistas no es sólo de «método», no cree en su «pluralismo».

También la gestión de Zaccagnini ha sido atacada, últimamente, por varias corrientes de su partido. Los «moroteos» (centro) la han acusado de «débil» y querrían una dirección colegial del partido. Las tres corrientes de izquierda («base», «fuerzas nuevas» y «moroteos») la han aceptado a última hora. Los «fanfanianos» (Fanfani) y «andreottianos» (Andreotti) no quieren tampoco una crisis de Gobierno. En realidad, se confirma, por lo menos hasta las próximas elecciones administrativas de primavera y de¡ presidente de la República, la estabilidad del Gobierno Andreotti.

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