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Suicidio de tres dirigentes terroristas, encarcelados en la República Federal de Alemania

Andreas Baader, Gudrun Enssling y Jan Carl Raspe, máximos dirigentes de la banda alemana Fracción del Ejército Rojo, pusieron ayer fin a sus vidas en sus celdas de la cárcel de Steinheim, cerca de Stuttgart, en circunstancias que encierran interrogantes y detalles desconcertantes. Este desenlace constituye un epílogo del episodio iniciado con el secuestro de Hans Martin Schleyer, hace más de cuarenta días, y continuado con el secuestro del avión de Lufthansa hace seis, que concluyó en Mogadiscio con la liberación de los 91 rehenes, tras una operación relámpago de comandos especiales alemanes en la medianoche del lunes.

Estos dos hechos han sido acogidos con alivio en la República Federal de Alemania. Precisamente, los secuestradores del avión que cubría la línea Palma de Mallorca-Francfort, exigían la liberación de los dirigentes del grupo Baader-Meinhof, y las acciones terroristas registradas en la RFA, en los últimos años, estaban relacionadas con la detención y proceso de los miembros del grupo ultraizquierdista.El Gobierno alemán se ha apuntado un notable éxito político por la liberación de los rehenes. El canciller Helmut Schinidt recibió ayer telegramas de felicitación de los jefes de Estado y Gobierno de la mayoría de los países europeos y de otros continentes. Entre estos telegramas figuran los del rey Juan Carlos y del presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez. También Pablo VI, que se había ofrecido como rehén, ha expresado su satisfacción por el desenlace del secuestro. El secretario general de la ONU ha manifestado que el tema del terrorismo debe tener prioridad en la Asamblea General.

Sin embargo, quedan pendientes de solución tanto la situación en que se encuentra el presidente de los empresarios alemanes, Schleyer, cuya suerte se ignora totalmente, como la aclaración de las circunstancias del suicidio de los dirigentes del grupo Baader-Meinhof. El ministro de Justicia alemán, Hans Jochen Vogel, no pudo facilitar aclaraciones sobre los puntos oscuros de este último hecho.

Baader y Raspe pusieron fin a sus días, según la versión oficial, utilizando pistolas de grueso calibre. Ambos se encontraban sometidos a un régimen de incomunicación completo y sus celdas eran registradas constantemente, por lo que resulta inexplicable la presencia de tales armas. Gudrun Enssling se ahorcó de los barrotes de la celda. Un cuarto miembro del grupo, Imrgard Moeller, mujer de Raspe, intentó suicidarse seccionándose la yugular con un cuchillo de cocina. Por otro lado, su incomunicación, lógicamente, les impedía estar al corriente del desenlace del secuestro del avión.

Diecisiete abogados de Berlín occidental, defensores de terroristas alemanes, han dirigido al ministro de Justicia alemán un escrito en el que expresan sus dudas sobre la versión oficial del suicidio colectivo y expresan su temor de que se haya tratado de una ejecución.

Páginas 2, 3 y última

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