Hassan Il promete un horizonte democrático para Marruecos
Una llamada al respeto de las reglas democráticas, formulada por Hassan II, enmarcó ayer la apertura oficial de la Cámara de Representantes marroquíes, poniendo fin a cerca de doce años de vacío parlamentario en el reino alauita. El monarca se mostró convencido de que la sagacidad política recomienda mantener a Marruecos en su calidad de «nación del justo medio», aludiendo a la perennidad de los valores islámicos y subrayando que el retorno de los diputados a sus escaños es un «desafío a la dictadura».
El diálogo y la democracia formarán ahora parte de la vida coiidiana de los marroquíes, agregó Hassan Il al concluir su discúrso, en presencia del Gobierno en pleno, de los presidentes de las Asambleas de Francia,Túnez, Mauritania y. Senegal, del cuerpo diplomático y los 264 diputados de la Cámara.
Tras las elecciones comunales y legislativas, que tuvieron lugar en noviembre de 1976 y junio, de este año, la instalación del Parlamento representa la culminación del proceso democrático anunciado por Hassan II en Casablanca, en su espectacular discurso dejulio del año pasado.
El Partido Tradicionalista Istiqlal y el Movimiento Popular, de tendencia berebere, se han integrado en el nuevo Gabinete que dirige el primer ministro, Ahmed Osman, aceptando colaborar con éste en el Parlamento, en tanto que la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP), de Abderrahim Buabid, y el Partido del Progreso y del Socialismo (comunistas), de Alí Yata, que forman la oposición tradicional, estiman que la situación política sigue impregnada de confusionismo.
La formación independiente, compuesta por personalidades adictas a la corona, sin ideario ni programa político, dispone con 140 escaños de la mayoría absoluta de la Cámara de Representantes, el Istiqlal cuenta con 49, los populistas con 44, los socialistas con dieciséis y los comunistas con un sólo asiento.
La USFP estima que la Constitución adoptada en 1972 adolece de numerosos fallos, dando como ejemplo, la cláusula relativa al número de diputados necesario para el depósito de una moción de censura al Gobierno, que debe alcanzar la cuarta parte de los parlamentarios.
Los socialistas aseguran que la actual democracia no será más que una simple fachada si el Parlamento no dispone de un efectivo control sobre el poder ejecutivo.
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