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"Rock espacial" definiciones alienantes para una música innovadora

De unos años a esta parte los catálogos de música sufren la avalancha de un genero que ha dado en llamarse música espacial, nombre que lentamente se va imponiendo a otras posibilidades como rock electrónico, rock alemán o la expresión francesa musique planante. El rock espacial nace como necesidad de explicar esquemáticamente una música que al ser realizada por nuevos instrumentos como el sintetizador se hallaba construida sobre sonidos literalmente inauditos, sin correspondencia alguna con los de los instrumentos clásicos (guitarra, violín, piano, viento) o los habituales en la naturaleza.

A la hora de sonorizar las películas de ciencia-ficción, sus realizadores comprendieron las posibilidades de ambientación de esta música extraña y se aplicaron con fruición a rodear sus platillos volantes y sus batallas interestelares con los inquietantes ecos de la máquina.Prácticamente al mismo tiempo, toda una escuela de músicos serios retoman las experiencias de la escuela de Viena aplicando esos nuevos sonidos a estructuras musicales en las cuales lo importante ya no era el dominio de la armonía, del desarrollo temático o de la tonalidad, sino la creación de ambientes sonoros que podían consistir, como en el caso de Ligetti, en mallas superpuestas que vinieran a crear una estructura indefinida que debería provocar sensaciones abiertas, como terror o ambientes (industriales urbanos), llegándose en algunos casos a renunciar a toda insinuación emocional o sentimental, a una música más o menos abstracta.

Con estos elementos y bajo la influencia de los gurús Stocckhausen Cage, Varese y Riley, entre otros, surge en Alemania y Estados Unidos una nueva generación de músicos que intentan combinar los nuevos hallazgos estéticos con unas vías de penetración y consumo más comerciales. Sin embargo, lo que comenzó como una nueva forma de investigación susceptible de ser entendida por un público rock ha acabado convirtiéndose en esa música digestiva que se escucha en los restaurantes de autoservicio.

Interpretaciones surtidas

El camino que se ha seguido para ello recorre los más variados niveles dentro del mundillo discográfico. En primer lugar, y ante la aparición de los primeros elepés de características raras, la crítica adoptó encantada la interpretación que les proporcionaba uno de los más notables chiflados de esta música: el productor Rolf Ulrich Kaiser. Dicha interpretación consistía en identificarlos discos de Tangerine Dream, Guru-Guru, Popohl Vuh, Ash-Ra Temple y otros grupos alemanes con las película de ciencia- ficción anteriormente citadas. El montaje era perfecto y en plena generación del porro, nada más agradable que imaginar fantásticos vuelos espaciales o terribles vértigos cósmicos. Poner un disco de Pink Floyd (cuya relación con este fenómeno es un poco forzada) equivalía a convertirse durante los veinte minutos de una cara en una especie rara de Blanca Nieves interespacial. Todo era sencillo y estupendo -según los conceptos más ortodoxos-, aunque terriblemente alejado de nuestra realidad cotidíana, de la cual venía a suponer una huida.

Sin embargo, la visión que de su obra poseen algunos de los músicos más conscientes difiere notablemente de la anterior. Para Irmin Schmidt, del grupo Can, «nuestra música es, efectivamente, un viaje. Pero un viaje al interior de nuestras conciencias, no a estrellas lejanas. Lo que pretendemos es crear una especie de trance similar al de los cantis salmódicos o a los mantras hindúes. De esta forma la persona llega a conocerse mejor a sí misma y se encuentra mejor preparada para la lucha».

Música abstracta

Las variedades de la música espacial son infinitas. Aunque su característica más espectacular sea la utilización de instrumentos electrónicos, sus posibilidades se extienden a todos los campos. Música espacial puede realizarse con instrumentos acústicos como Lymbus 4, por grupos de jazz como Weather Report o por supersolistas como Mike Oldfield o Jean Michel Jarre, que realizan sus discos en casa y tocan todos los instrumentos. En general se trata de trabajos que no tienen una línea melódica habitual y en los cuales oleadas de sonidos se superponen a una base rítmica monótona que sólo varía sutilmente. Los diferentes instrumentos (o los diferentes sonidos de un mismo instrumento) se dispo nen en estratos bien diferenciados, creando una sensación de profundidad que hasta ahora no se conocía en ningún tipo de música. Todo lo anterior es posible gracias a las modernas técnicas de grabación que permiten grabar incluso en 48 canales diferentes, que al final vienen a constituirse en otros tantos niveles musicales. El resultado, cuando el invento está bien realizado, suele ser una música sugerente y de enorme riqueza. Pero su misma abstracción (cuando existen partes cantadas, las letras son casi siempre repetitivas y carentes de todo mensaje) es precisamente la que facilita el que sea tomado a saco por esa crítica estrechamente clasificatoria que ha colaborado a su actual grado de adulteración.

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