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La moderación domina las primeras intervenciones

ENVIADO ESPECIAL, La moderación se impone en los debates de la segunda, etapa de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea (CSCE), en la que el debate sobre los derechos humanos parece diluirse en frases indirectas y comedidas que evitan toda mención o acusación directa a ninguno de los países participantes en la conferencia.Alemania Federal puso ayer especialmente de manifiesto esta idea. Su delegado, Guenther van Well, indicó en su discurso que sólo un adecuado sistema de seguridad social permite el desarrollo de los derechos humanos.

Hasta anoche habían hablado los jefes de las delegaciones de Suiza, Holanda, Rumania, Noruega, Portugal, San Marino, Suecia, Bulgaria, Yugoslavia, Turquía, Finlandia y Checoslovaquia. Holanda y Noruega fueron sin duda las que más hincapié hicieron hasta ahora en los derechos y libertades individuales. El señor Jo van Vark, de Holanda, reiteró que resulta difícil comprender que «en ciertas naciones» se persiga a los ciudadanos por el simple hecho de querer ejercer sus derechos cívicos, y Thorvald Stoltenberg, de Noruega, sostuvo que la opinión pública noruega se muestra cada vez más inquieta a causa de las violaciones que se están constatando «en determinadas áreas europeas» desde la firma del acta final de Helsinki, el 1 de agosto de 1975. Todos ellos, igual que el de Alemania Federal, se abstuvieron de mencionar a la Unión Soviética. Lo harán posiblemente en los próximos debates plenarios, entre el 10 y el 15 de este mes. Pero esos debates se realizarán a puertas cerradas.

La mesura envolvió también los discursos de los representantes del Este. Bulgaria, férreamente prosoviética, fue el primer país del socialismo ortodoxo en ocupar la tribuna de Belgrado. Su portavoz reiteró, una y otra vez, la necesidad de preservar la distensión y la paz y expresó su agrado ante, la posibilidad de un próximo acuerdo sobre las SALT II (reducción de armas estratégicas). Declaró además, con euforia, que fue «la revolución bolchevique de octubre la que dio origen al verdadero goce de los derechos humanos». Finalmente, luego de afirmar que Sofia da mucha importancia a los derechos humanos, expuso, sin violencia, la inquietud de su Gobierno frente a los «intentos de utilizar las cláusulas del acta final de Helsinki con fines ajenos a su contenido».

Yugoslavia, campeona de la neutralidad, fue aún más allá y sostuvo que «la soberanía nacional no debe ser un pretexto para no discutir la cuestión de los derechos humanos», aunque sugirió que tales derechos aparecen condicionados por los antecedentes históricos de cada Estado, y que en todo caso ha de abordarse el tema con «precaución, sin que su estudio suponga una injerencia en los asuntos internos» de los signatarios de Helsinki.

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