Madrid no existe
Hay mucho de malo en la desaparición de las colonias de «chalets». Hay tanto de malo... Ya no se puede hablar de degradación de la calidad de vida ni de caos urbanístico en Madrid. Sencillamente, Madrid no existe. El Madrid antiguo ha perdido gran parte de su entidad; nos quedamos sin la plaza de Colón, nos quedamos sin la plaza de Santo Domingo, nos quedamos sin la mayoría de las plazas, de las casas, de las calles, de los árboles, de los mercados, de las fiestas, etcétera. Nos hemos quedado sin Madrid (de puro milagro salvamos el Viaducto). El daño es irreparable.Pero no es suficiente. Hay que seguir destruyendo. Todavía debe quedar algo por tirar.
Y pensando, pensando, se han acordado de que, misteriosamente, aún queda en Madrid algún sitio donde se puede vivir, unas colonias de hotelitos con un trocito de tierra. ¿Cómo es posible? Hay que tirarlos.
¿A quien beneficia su destrucción? A los especuladores. Y conste que yo no vivo en ninguno de estos sitios.
Como dice la crónica de EL PAIS, el origen de estas colonias estuvo en iniciativas modestas, movimientos cooperativos... Muchos de estos hoteles (me resisto a llamarles «chalets») no son en absoluto mansiones de lujo, sino casas con un jardincito donde las personas que las habitan, que en gran parte no son millonarios ni muchísimo menos, pueden vivir simplemente, simplemente repito, como seres humanos, y no como basura prensada que es como vivimos en Madrid.
Pero a algunas personas esto no les importa. ¿Cómo les va a importar si ellos tienen sus enormes casas de campo fuera y dentro de Madrid, sus fincas, sus terrenos, sus parcelas, sus «chalets» en la sierra, y sus buenos intereses en inmobiliarias ... ? Derribar es muy lucrativo.
Hoy la Casa de Campo, mañana estas colonias, pasado mañana el Retiro, y al otro la plaza Mayor. ¿Qué más da?
Sospechosamente, este cambio de ordenanza parece que no va a afectar a los impresionantes Chalets (sí, Chalets, y con mayúscula) de El Viso, ni de Puerta de Hierro. ¿Por qué? ¿No será precisamente, porque estos chalets sí son verdaderamente residenciales, insultantemente lujosos? ¿Quienes viven aquí? ¡Qué gracia!
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